La noche de este domingo se centrará en aquellas figuras que podrían hacer historia al ganar un Oscar. Hablamos de una noche llena de glamour en la que el lujo es uno de los grandes protagonistas; no obstante, esto es sólo un espejismo si consideramos que quienes ganen una estatuilla sólo regresaran a casa con un dólar en la bolsa.
Aunque es cierto que la agencia Distinctive Assets, entregará una bolsa de regalos a los nominados con un valor de 148 mil dólares, lo cierto es que los ganadores regresarán a casa con una estatuilla que sólo cuesta un dólar.
¿Qué esconde la estatuilla del Oscar?
La codiciada estaquilla dorada que iluminará el escenario esta noche está hecha de metal de Britania plateado y chapado en oro.
La reconocible figurilla mide 34 centímetros de altura y pesa 3.85 kilos, y muestra a un hombre desnudo sin rostro en cuyos brazos sostiene una espada sobre un rollo de película de cinco radios, los cuales representan las ramas originales de la Academia: directores, intérpretes, guionistas, productores y técnicos.
Lo más impresionante es el valor que tiene este galardón mismo que desde 1950 está fijado en un dólar. Así es, por extraño que parezca, si Alfonso Cuarón y Yalitzia Aparicio levantan un Oscar esta noche no regresarán a casa con miles de dólares como podría pensarse.
¿La razón? Desde la década de los años 50, el organismo obliga a los galardonados a firmar un contrato para evitar que la venta de los premios se convierta en un gran negocio; si los ganadores quieren vender su premio, antes deben ofrecérselo a la Academia por el simbólico precio de un dólar, lo que hace que su venta a personas ajenas a la industria sea viable.
Con esto, los organizadores del Oscar buscan frenar un negocio que ta comenzaba a tener sus primeros toques de ser sumamente lucrativo.
Basta con recordar que durante 1999, Michael Jackson adquirió el Oscar a Mejor Película que el filme Lo que el viento se llevó ganó en 1940 por 1.54 millones de dólares. A él se sumó el mago David Copperfield que compró por 232 mil dólares la estatuilla que el director Michael Curtiz había ganado por Casablanca en 1944.
Sin duda, el gran valor de una estatuilla Oscar radica en el valor que suma a la marca personal de sus ganadores. La popularidad y fama es el gran premio, y queda en manos de los galardonados y sus agencias de promoción saber capitalizarlo a futuro.