Por Camila González
@camilaglz
La imagen que tenemos de nuestra imagen propia sin duda es obra y gracia del espejo, le debemos mucho a esa lámina de vidrio donde alguien una vez se dio cuenta que nos reflejábamos. Y es que la imagen de uno mismo, la mirada hacia nuestra apariencia es todo un juego íntimo. En los siguientes tres comerciales de Huellas de la publicidad, que no son de espejos, se anuncian esos otros espejos obturadores que nos atrapan la vanidad…
Ese aparato espía, al que permites que te vea en una y otra posición, y que incluso te capture sin pudor; ese cómplice de aventuras solitarias como la que relata este anuncio de Cyber Shot. Esa camarita maravillosa podría no solamente estar en tus manos sino en cualquier mano, he ahí la cuestión.
La comicidad es la ganadora en este comercial de Sony que elige ventanear a este señor en el perfecto momento, y prefiere no entrar en detalles técnicos ni de propiedades de lentes, refracciones o velocidades.
Canon, con el mismo producto en la mano, perdón, en la pantalla, apuesta a una serie de shots de coqueteo de ella frente al espejo gracias a esa vanidad sin miedo que se desinhibe en soledad, saca a la luz sus mejores caras y es bien capturada.
A través de imágenes ágiles, con onda y la música acertada, de nuevo una camarita se roba el show sin demasiado ego… luego al final del juego de reflejos, ella se encuentra con que podría no reconocerse a sí misma. Eso pasa. A veces somos irreconocibles ante nuestros propios ojos, y está bien, pienso.
Por la misma vía, Polaroid representa el poder de una fotografía. Una imagen sugerente jamás será estática, es más bien una película del deseo y la imaginación. De nuevo los creativos publicitarios nos cuentan una historia íntima de un hombre y el producto sorpresa de una cámara, y se anotan puntos por la graciosa forma de decirlo.
Al final, tres cámaras, tres juegos, tres espejos… la publicidad.