Las pequeñas y medianas empresas de México (PyMes) representan el 99.8 por ciento de los 4.2 millones de unidades económicas. Este sector aporta el 52 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y genera el 78 por ciento de los empleos, de acuerdo con cifras del INEGI. Sin embargo, a pesar de que el aporte de estas empresas es fundamental para la economía mexicana, en ocasiones las prácticas de los grandes corporativos suelen ser abusivas e incluso ponen en riesgo la existencia de las firmas más pequeñas.
Si nos enfocamos a hablar de las agencias de dimensiones pequeñas y medianas (ya sean digitales, de medios, de relaciones públicas, de publicidad, entre otras), que prestan servicio a marcas de gran tamaño o transnacionales, es común que éstas sufran por el retraso en el pago de facturas, que incluso se puede prolongar por varios meses o hasta un año.
Por todos es sabido que brindar servicios a marcas reconocidas incluso a nivel internacional puede tener ventajas como el prestigio que los nombres de estas transnacionales pueden brindar a nuestro portafolio, también es cierto que no hay pequeña o mediana empresa que aguante una demora en sus pagos por varios meses. Esto, a pesar de que podría sonar catastrófico, es una realidad más que común en el trabajo de agencias y empresas.
A pesar de que a diario aparecen en el mercado Pymes de todo tipo, y que, dadas las condiciones económicas de nuestro país, es relativamente fácil montar una de ellas, es cierto que también con cierta frecuencia las empresas medianas y pequeñas dejan de existir con relativa frecuencia. El INEGI indica que el 36% de las Pymes no logran superar el primer año de existencia mientras que el 70% no alcanza los cinco años.
Sumado a este panorama, las prácticas injustas de los corporativos hacia las agencias boutique son otro de los factores por las que éstas suelen extinguirse, al no contar con un respaldo sólido que les permita sostener sueldos, rentas y demás gastos, cuando uno o más clientes se retrasan en sus pagos o por alguna razón no quieren cubrir las facturas.
Esta realidad trae consigo dos panoramas importantes que conviene analizar. Debido a que la mayoría de las Pymes no están en condiciones de financiar gastos ante el retraso de pagos, muchas de las agencias pequeñas piensan dos veces antes de pitchar para una marca grande, pues aunado a esto, los corporativos transnacionales solicitan a las agencias una serie de requisitos casi incumplibles para las agencias de tamaños modestos. Lo que también significa una inversión en esfuerzo y horas hombre para cubrirlas.
Otro factor que no ayuda al panorama de riesgo que viven de las agencias pequeñas y medianas es la del enorme entorno de competencia que existe en la actualidad. Aunque una agencia bien posicionada ofrezca sus servicios a un corporativo, y ésta busque cobrar un fee acorde a su solidez y años de experiencia, también existen múltiples agencias nuevas que están dispuestas a cobrar la mitad de dicha iguala, con tal de engrosar su cartera de clientes, demeritando así el trabajo profesional de las agencias que sí suelen realizar trabajos extraordinarios, lo que pudiéramos llamar la prostitución de la industria.
Por esto, resulta más que indispensable para las agencias de pequeñas y medianas dimensiones, el tener un estricto orden en los contratos celebrados con sus clientes, pues será sólo con ese respaldo que podrán demandar el pago de igualas caídas e incluso suspender sus estrategias cuando las empresas a quienes prestan servicios no paguen a tiempo.