Durante la ceremonia de investidura en la que el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó protesta como el máximo responsable del Gobierno de México durante los próximos seis años, surgieron una serie de acontecimientos, siendo uno de los más destacados, la reacción y gestos del ahora expresidente Enrique Peña Nieto.
Desde su llegada al palacio legislativo de San Lázaro, el exmandatario lució serio, con un gesto duro y permaneció sentado al lado izquierdo de López Obrador, quien emitió su primer mensaje como presidente del país.
En el discurso, AMLO tocó diversos puntos que señalaban directamente el trabajo de la pasada administración, desde la reforma energética, así como la que, calificó, como malograda reforma educativa.
Asimismo, en los diferentes momentos en los que se criticaron diversos resultados adversos del sexenio pasado, Peña Nieto realizó apuntes sobre los datos duros aportados por el ejecutivo federal.
Según una encuesta de El Universal, Peña Nieto finalizó su gestión con un indice de aprobación apenas superior al 20 por ciento; resultado que va en línea con otros medios y consultoras, donde este porcentaje cambia poco.
Sin ruido.
La salida de Enrique Peña Nieto del recinto legislativo fue en silencio, sin aplausos, aunque tampoco sin reclamos y abucheos.
Durante la más de una hora que duró el mensaje de AMLO en San Lázaro, Peña Nieto no generó ninguna reacción de los asistentes, incluso cuando el ahora presidente afirmó que no realizaría una persecución en su contra.
Lenguaje.
Mientras que desde que se supo al ganador de la contienda electoral de julio pasado, la imagen y relevancia de AMLO ha sido prácticamente cubierta desde todos los frentes, tanto en el aspecto mediático como en el personal. La figura del presidente en ese momento dejó de existir.
Si bien en la actualidad, el recuerdo de Peña Nieto está plagado de videos en la red sobre las equivocaciones, su branding se fue a pique e incluso su mercadotecnia política quedó relegado a la firma del T-MEC y del mensaje de despedida.