“Ya no te tengo miedo. Mi papi dice que no existes y que no puedes llamar a tus amigos porque ellos tampoco existen… cuando sea de noche voy a cerrar los ojos antes de apagar la luz del buró y voy a abrazar a mi osito Bonzo para que él tampoco tenga miedo, si te oigo gruñir en el clóset pensaré que estoy dormida. No quiero gritar como siempre. No quiero que mi papi se despierte y me regañe”.
¿Cómo que no existo? … todas las noches te observé desde el clóset y tú lo sabías… Aunque nunca me viste, conocías de memoria mis ojos, mi lengua y mis colmillos, pues todas, todas las noches me soñabas. Por eso cuando leí tu carta sentí tanta desesperación. Por eso destrocé tus juguetes y me comí de un sólo bocado a tu delicioso osito Bonzo”.
Palabras menos, este es el cuento que aparece en la reciente edición de libro de texto gratuito de Español para quinto de primaria, pieza que levantó ámpula entre los padres de familia y entre los aficionados a levantar su voz ante la mínima provocación.
Los usuarios de redes sociales manifestaron su inconformidad con el relato del escritor mexicano Ricardo Bernal, lo calificaron de feo, terrorífico, enfermo y carente de sentido pedagógico.
Incluso se habló de la similitud del cuento con casos de víctimas de abuso sexual infantil. Por otro lado, surgieron voces que afirman que los cuentos son reflejos de épocas, culturas realidades y deben de ser contados a los niños tal y como son, y es cuando el papel de los educadores juega un papel de suma importancia y debe ser una guía para que los niños lectores disciernan entre realidad y fantasía, o incluso se adentren en partes de la realidad difíciles de abordar mediante otra metodología.
Luego de que se suscitó la controversia, el autor del relato, Ricardo Bernal, aclaró en su cuenta de Twitter que la pieza no la creó como un cuento infantil y que incluso la escribió en menos de una hora como parte de una de sus materias en la Escuela de Escritores de la SOGEM, pero posteriormente las fotocopias fueron pasando de mano en mano y el cuento era leído en escuelas sin nunca ser relacionado con temas de pedofilia, como hoy ocurre.
El caso es, sin duda, que la responsabilidad de que un cuento de esas características haya aparecido en un libro del sistema de educación pública no es responsabilidad del autor que, dicho sea de paso, no cobró por la publicación en el libro de texto. Acaso los responsables fueron los encargados en elegir los contenidos. No por tratarse de un cuento “enfermo” o que hace referencia al abuso infantil, sino porque era más que obvio adivinar que la elección del relato indiscutiblemente causaría controversia.
Lo cierto es que, los expertos en literatura hacen énfasis en que la labor del mediador de lectura (figura indispensable de amplio bagaje literario encargado de elegir los textos que se leen en talleres, clubes de lectura, salas de lectura y demás sitios), debe ir enfocada a tener muy claro el propósito de su elección, de acuerdo a los objetivos de la actividad, en este caso, el de acercar a los niños de quinto de primaria a géneros que van más allá de los clásicos infantiles.
Muchas veces se nos olvida que los papás somos los principales responsables de la educación y los valores que reciben nuestros hijos y que el papel de la escuela es un complemento de su formación.
Si lo vemos así, las lecturas recomendadas en los libros de la SEP complementarían las lecturas que los niños hagan en casa, con nuestra guía y con las herramientas que como papás les proporcionemos para interpretar, incluso reflexionar sobre las historias que la literatura les brinda.