No hay pierde. Una de las formas más efectivas para sensibilizarnos es vernos a nosotros mismos. Vernos de frente, sin maquillaje, ser capaces de enfrentar al espejo y todo lo que éste tiene para decirnos. Lo digo metafóricamente y a todos los niveles, por supuesto. Por eso me ha parecido tan contundente la campaña de comunicación que hace poco se inauguró en París para evitar que sean atropellados tantos peatones.
Si usted es peatón y a usted lo atropella un carro o un camión, lo más probable es que usted haya estado con sus ojos pegados a su tecladito, extensión de sus manos. Eso dicen las cifras y era de esperarse.
Esta campaña cívica consiste en que en algunos aparadores de los paraderos de buses hay una valla interactiva que se activa cuando alguien cruza esa calle con el semáforo en rojo, entonces suena un ruido muy fuerte como de un carro que frena en seco y el peatón obviamente se asusta. Ahí, le toman una foto a su cara y la publican en la valla.
Sensacional e impactante que esta campaña de sensibilización de la que les hablo se base en el principio del espejo: “mire su cara un segundo antes de ser atropellado y quizás haber muerto. Ese era usted que desprevenidamente estaba viendo sus mensajes del chat, como si eso fuera más importante que cuidar su integridad y su vida. Podría no haber nada que hacer y usted estar desplomado en la calle, pero no, acá lo estamos previniendo para que tenga más cuidado y no acabe tontamente con su existencia”.
Se calcula (Secretaría de salud) que en promedio en la Ciudad de México 20 personas son atropelladas al día. Sorprendente la cifra. Y a nivel nacional, la mayoría de las víctimas de accidentes de tránsito son los peatones, como no, los más vulnerables de esta historia. Sólo en 2015 murieron cerca de 7,800 peatones en el país. Un montón de gente.
A mirar sin tapujos, verse uno mismo es ver al otro, es abrir la mirada al mundo desde la base. No dudo que estas vallas instaladas en algunas de las calles más transitadas de la capital francesa estén cambiando percepciones y hábitos. Con una persona menos atropellada tontamente, ya la hicieron, sin más.