Las campañas presidenciales están a punto de cumplir con el 50 por ciento de su duración y durante ese tiempo se ha definido cada vez más, quiénes son los candidatos “más fuertes” y quienes “pasarán de noche” en la boleta electoral el 1 de julio.
De acuerdo con la última encuesta, publicada el lunes 7 de mayo por la encuestadora BCG, Andrés Manuel López Obrador lidera intención del voto con el 42 por ciento, mientras que Ricardo Anaya le sigue con el 33 por ciento.
Por su parte, José Antonio Meade, se mantiene en el tercer sitio con el 19 por ciento, le siguen los independientes Margarita Zavala, con 4 por ciento, y Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, con 2 por ciento”.
Pese a que las encuestas nos dan sólo una muestra de lo que quiere el electorado, la tendencia ha favorecido al candidato por la coalición “Juntos Haremos Historia”, Andrés Manuel López Obrador, quien apenas sobrepasaba los 30 puntos porcentuales y ahora disfruta de una amplia ventaja, la cual sólo es amenazada por Ricardo Anaya, con quien tiene una diferencia de nueve puntos porcentuales.
Sin embargo, existen elementos que propiciaran la tendencia, cosas que los equipos de campaña decidieron obviar en sus estrategias y el candidato puntero ha aprovechado con fuerza.
Descalificación a tope
Al inicio de las campañas, señalamos que algo que caracterizaba el discurso de los candidatos era su llamado contra López Obrador. El objetivo se fijó claro: “Ir contra el candidato puntero y esperar su respuesta para que le restara en popularidad”.
Desde José Antonio Meade, de la coalición “Todos por México”, a Ricardo Anaya de “Al Frente por México” y la independiente, Margarita Zavala, hablaron sobre “el peligro” y “el retroceso” que representa el político tabasqueño, si es que gana la presidencia.
De acuerdo con diversos especialistas, la descalificación no es rara en este tipo de procesos, ya que dota del discurso de dos elementos: uno que te dice que hay un peligro latente si votas por el adversario e inmediatamente se ofrece una solución, el candidato que ataca.
Pero lo que resalta en este proceso electoral es que más del 60 por ciento del discurso de los cuatro candidatos y la candidata se centra en López Obrador, más allá de hablar de sus propuestas y cómo las van capitalizar.
La misma estrategia se capitalizó en la conversación digital, ya que las menciones a la cuenta “@lopezobrador_” se duplicaron durante el primer mes de campaña, al pasar del millón 400 mil al superar las 3 millones 700 mil publicaciones, según muestran cifras de TweetReach.
Una campaña de 12 años
López Obrador suma su tercera elección presidencial en la que se proyecta como favorito para ganarla. Durante ese tiempo ha ”sabido pulir” las deficiencias que mermaron su popularidad y lo llevaron a perder en 2006 y en 2012.
Sin duda alguien que también observa esta tendencia son los medios de comunicación de mayor convocatoria en el país, muestra de ello fue Televisa al regresar a Tercer Grado a la pantalla, en la que López Obrador fue el primer invitado.
La pregunta crucial fue la formulada por Leopoldo Gómez, vicepresidente de Noticieros Televisa, quien al principio de la emisión contextualizó que en 2012, en el mismo espacio, le habían preguntado “¿qué haría si perdía la elección?”; sin embargo, la nueva pregunta, bajo una nueva retórica sería: “¿qué vas a hacer, si ganas?”.
El trato al candidato fue “de demasiado respeto”, pese a las interrupciones y la dinámica de la charla, además del estilo que tiene López Obrador para conducir este tipo de conversaciones. Lo que puede llegar a entenderse como una especie de tregua frente a una posible victoria del candidato tabasqueño.
El mismo comportamiento tuvo unos días después de su participación Tercer Grado al ofrecer una entrevista a Javier Alatorre, titular del Noticiero Hechos de la noche de TV Azteca, en el que no sólo captó más rating que la emisión de Tercer Grado con José Antonio Meade, si no que demostró que además del discurso de los candidatos, se encuentran varias menciones para el político tabasqueño.
Una elección de dos
Al paso de los días y con las muestras de intención de voto del electorado mexicano, la elección va cerrando a favor de dos: López Obrador y Anaya.
Algo que ha favorecido este comportamiento fue la incapacidad del equipo de campaña de José Antonio Meade de posicionar al candidato, quien mostraba toda una fuerza mediática, en propuestas y en mecanismo político, que no se vio capitalizado.
Desde una estrategia de antibranding contra, hasta la “Secretaría Nacional para canalizar las necesidades de cada persona”, le valió para que después del primer debate, el candidato pidiera el cambio del secretario general del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Ochoa Reza, por René Juárez Cisneros.
Además de que dejó de lado la figura de “candidato ciudadano”, para convertirse en un aspirante “caudillo” al llamar a sus simpatizantes a alcanzar la victoria “hasta la muerte”, elementos que precisan que el cambio radical que pretende la campaña.
Aunque diversos analistas políticos advierten una posible alianza final entre Meade y Anaya, lo cierto es que todavía más de la mitad del electorado nacional no está de acuerdo con las políticas de López Obrador y esto representa una oportunidad desaprovechada por los estrategias políticos de la campaña, opositores al político tabasqueño.
Se advierte que el cierre de campaña sea muy tenso y con mucha energía, ya que se celebrarán dos debates organizados por el Instituto Nacional Electoral (INE) y las acusaciones y los dichos entre aspirantes presidenciales, serán muy importantes, tanto como sus equipos los puedan y quieran capitalizar.