Las recientes tendencias a las que se adapta el comportamiento de las personas y organizaciones han generado nuevas formas de trabajo y convivencia en la vida cotidiana, así como en la forma de hacer negocios, el sharing es un ejemplo de esto.
Hace unos años era común que la comunicación social focalizara sus esfuerzos en posicionar frases que destacaran el valor que recibimos a través de la acción de dar y no de recibir. Sin embargo, los tiempos cambian, así como los hábitos y las necesidades de las personas.
En una época de consumo colaborativo, la relación de ganar-ganar adquiere una mayor relevancia entre personas, empresas y modelos de negocio, ya que la posesión de las cosas entra en relativismo, sobre el valor de las mismas.
La acción de compartir bienes subutilizados tiene como objetivo el aprovechamiento de recursos, ahorro de tiempo, dinero y busca la practicidad.
Confiar es un acto social y las personas somos seres sociales por naturaleza, que disfrutan de reunirse, generar conexiones, colaborar y compartir. Las plataformas digitales ayudan a habilitar esas interacciones que permiten la relación entre oferentes y demandantes.
El uso de internet en la sociedad ha sido uno de los factores para generar tendencia en el comportamiento de personas y organizaciones. Una de las áreas que más se ha apoyado en el desarrollo de la red de redes es la llamada economía colaborativa.
Basada en compartir o intercambiar bienes o servicios subutilizados por los usuarios consiguiendo, este nuevo esquema económico ofrece una a doble ventaja: los poseedores de estos productos obtienen un beneficio, y los nuevos usuarios consiguen un precio inferior.
La economía colaborativa posee atributos positivos, y se valora como una actividad que sirve para mejorar muchos aspectos sociales. Sin embargo, como sucede con las nuevas tendencias, también tiene algunas desventajas que no debemos perder de vista, para tener un equilibrio adecuado en nuevos emprendimientos y en los negocios consolidados.
La mayoría de las compañías que hoy operan bajo modelos colaborativos nacieron de buscar beneficios para alguna comunidad antes de ser motivados por la generación de lucro; la evolución de la economía a partir de las recesiones, la transformación digital y el cambio en los patrones de consumo en la población (más valor a ‘acceder’ que a ‘poseer’), llevaron a estas iniciativas colaborativas de ser pequeñas startups a convertirse en compañías multimillonarias donde la reputación es clave para construir relaciones de confianza.
A septiembre de 2015, más de 10 millones de estadounidenses habían obtenido ingresos de la economía colaborativa, según un estudio de JP Morgan.
De esta manera, un mayor acceso a la información propicia que las personas se den cuenta que compartir bienes y recursos abona a la practicidad, facilidad, movilidad, oportunidad y temporalidad; a través del establecimiento de relaciones de ganar – ganar.