El tequila es una bebida milenaria que data desde tiempos prehispánicos. El nombre Tequila se adoptó de la región que le dio origen hace aproximadamente dos siglos, se encuentra en el estado de Jalisco; y se obtiene por medio de la fermentación del agave.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en los últimos 7 años la producción del tequila ha aumentado un 49.5 por ciento.
Según el Consejo Regulador del Tequila, este destilado se define como una “bebida alcohólica regional obtenida por destilación de mostos, preparados directa y originalmente del material extraído, derivados de las cabezas de Agave Tequilana Weber variedad Azul, previa o posteriormente hidrolizadas o cocidas, y sometidos a fermentación alcohólica con levaduras, cultivadas o no, siendo susceptibles los mostos de ser enriquecidos y mezclados conjuntamente en la formulación con otros azúcares hasta en una proporción no mayor de 49 por ciento de azúcares reductores totales expresados en unidades de masa. El Tequila es un líquido que, de acuerdo a su clase, es incoloro o coloreado cuando es madurado o cuando es abocado sin madurarlo.”
Se trata de un producto del encuentro de dos mundos, pues utiliza una técnica originaria del continente europeo para transformar una materia muy antigua y característica de la tierra americana.
En México, a partir de algún tipo de los doscientos agaves diferentes con que se cuenta, se obtienen de ciertos lugares otras bebidas aguardentosas similares. Éstas reciben el nombre genérico de mezcal y toman el apellido de la población donde nacen. De esta manera, tenemos el mezcal de Oaxaca, el de Cotija, el de Quitupan, el de Tonaya, el de Tuxcacuesco, el de Apulco, etc. Pero no cabe la menor duda de que el más famoso de todos es el mezcal de Tequila, cuyo apelativo se debe a una antigua y dinámica población que se encuentra a unas quince leguas de Guadalajara, en el camino de esta ciudad hacia el norte se encuentra el puerto de San Blas de Nayarit, en la costa del Pacífico.