Las tendencias plasman lo importante que es que tu público objetivo se sienta integrado y parte imprescindible de un grupo de personas, lo que se conoce hoy en día como comunidad.
La realidad es que los empleados de cualquier empresa, los proveedores, los socios estratégicos y sobre todo, los clientes y consumidores no quieren ser vistos ya como un número más o percibidos como signos de pesos $.
Es esencial que te preguntes: ¿Qué relación tiene el concepto de crear una comunidad con el impacto positivo de mi empresa, mi producto, mi servicio y mi marca? A lo cual me atrevo a responder que la mayoría de las veces, la percepción de los consumidores depende del relacionamiento que logres fomentar con ellos; anteriormente he señalado que las bases de toda relación humana, ya sea personal o profesional se llama “confianza”. De hecho, según un estudio publicado por Nielsen a finales de 2017, el 62 por ciento de los usuarios consideran que el nivel de confianza que sienten ante una marca, tiene una gran influencia en sus decisiones de compra.
Según el autor Morgan “Todas las actividades de mercadotecnia deben ser dirigidas hacia el establecimiento, desarrollo y mantenimiento de intercambios de relacionamiento exitosos”.
Lo maravilloso de la industria de reuniones es que somos testigos proactivos en la generación constante de comunidades que surgen a raíz de un evento corporativo; la razón es muy clara: si la estrategia es adecuada, la convocatoria de una empresa en conjunto con su Meeting Planner, se dirige hacia un determinado número de personas que tiene intereses, necesidades y problemas en común, lo cual contribuye a que los asistentes simpaticen y se conecten más fácilmente.
En ocasiones la comunidad puede ser creada intencionalmente por los anfitriones del evento, y también existen casos que de manera espontánea, los asistentes simplemente hacen química, se sienten cómodos, se identifican entre sí y forman una comunidad de manera completamente natural.
A menudo compruebo que a raíz de un evento se forman grupos en Whatsapp de aproximadamente 10, 20 o 30 individuos; algunos evolucionan a una comunidad digital establecida en una red social constituida o en alguna plataforma específica y dicho grupo es dirigido y alimentado de contenido por algún líder, obviamente, en ocasiones y especialmente cuando los grupos son mayores, es liderado hábilmente por la empresa organizadora del evento; lo maravilloso y al mismo tiempo retador, es que la misma comunidad también puede generar información de manera orgánica, solicitar ayuda o recomendaciones de diversos temas: ¿quién tiene, quién hace, a dónde puedo ir, qué puedo hacer? etc., y en la medida que los integrantes respondan con ímpetu, la comunidad va cobrando fuerza de manera acelerada.
Si bien, no podemos negar que la tecnología puede ayudar a través de diversas aplicaciones y plataformas, tampoco podemos darle el 100 por ciento del crédito de ser el único motor que consigue la interactividad entre los seres humanos. Al final cualquier colaboración entre individuos se basa en los sentimientos, en las ideas, en la creatividad y en la capacidad de aprender, de enseñar y de compartir. Dentro de los eventos corporativos la formación de grupos dependerá de detalles como la agenda, el montaje, e inclusive de la iluminación y el volumen de audio, porque si el éste es excesivamente fuerte, difícilmente podrían platicar de manera confortable.
Como conclusión, un evento es indudablemente un excelente punto de partida para el surgimiento de comunidades, pero les adelanto que más adelante les platicaré sobre los grandes beneficios que tiene la producción de eventos en serie para captar una mayor ampliación de lo que hoy ya es un concepto que capta con gran atención los reflectores de cualquier profesional de mercadotecnia.