“Seat no ha contado nunca con un plan serio para conquistar los mercados de América”. Lo confesó Luca de Meo, el presidente ejecutivo de Seat al diario Expansión.
Y lo cierto es que es así. La marca española nunca ha llevado a cabo un plan de negocios de envergadura en ninguno de los tres más grandes mercados de América latina en volumen potencial: Brasil, México y Argentina.
Sólo en México tiene puntos de venta (no de fabricación), y en Argentina y en Brasil nunca pisó fuerte. Lo de México no parece muy lógico, ya que este país es, según datos de la propia marca, el cuarto mercado de Seat en volumen, después de España, Alemania y el Reino Unido.
“Ahora disponemos de más recursos al estar en un momento en el que no apagamos fuegos cada día. Por eso estamos haciendo números para ver cuáles son las oportunidades a nivel comercial e industrial”, dijo el CEO al medio español. “Estamos terminando la fase de consolidación y ahora contamos con una base sólida para explorar nuevos mercados y vías de negocio”, agregó.
En México no le va mal a Seat. De hecho, según el estudio “Satisfacción del Cliente de Ventas en México 2017”, la marca española obtuvo la tercera posición al aumentar de 869 a 877 puntos la satisfacción de los clientes. Sólo fue superada por RAM y Honda.
Para el estudio se realizaron más de 2.700 entrevistas durante el primer trimestre de 2017 y se realizaron a clientes que compraron un auto en los últimos siete meses.
Desembarco y mala imagen
La llegada a la Argentina parece algo más complicada. Es que si bien la marca ya ha mencionado intensiones de regresar, el Grupo Volkswagen, al que pertenece Seat, no la nombró en sus planes inmediatos. “La terminal de Pacheco (Buenos Aires) anunció el año pasado (2017) muchos planes para Volkswagen, Audi y Ducati, pero no se mencionó a la marca española. Ni siquiera por medio de su nueva división de autos deportivos, llamada cupra”, publicó Autoblog.
La imagen en Argentina está muy golpeada. Y no es para menos: Seat desembarcó dos veces con sus autos y cuando había vendido suficientes y el mercado se complicó, huyó. Fue en 2002 y luego en 2011, dejando a los compradores a la deriva y sin respaldo de la presencia de la marca en el país.
Eso hizo que sus vehículos se devaluaran, ya que el valor de reventa de los pocos autos que vendieron bajó a niveles mínimos.
“Los nuevos productos se ven atractivos, pero la automotriz española quedó rodeada por un halo de incertidumbre e imprevisibilidad. Es curioso: es el mismo argumento que utilizó Seat para irse de la Argentina: siempre se fue culpando a la inestabilidad de nuestra economía”, analizan en Autoblog.