Cuando los márgenes de ganancia se acotan y las posibilidades de aumentar los valores de venta son mínimas porque se pierde mercado, las compañías grandes (y también las medianas y pequeñas) tienen un “as” bajo la manga.
Se llama “Shrinkflation”, algo así como “reduflación”, la manera en que BBC Mundo describe a la estrategia que se viene dando en numerosos países de reducir el peso o el volumen de las presentaciones de los productos de consumo masivo, pero con un detalle (no menor): conservando el precio de antes.
También le llaman “downsizing“, que suele ir en paralelo con el lanzamiento de segundas marcas, apuntando a que muchos consumidores están más dispuestos a sacrificar volumen antes que cambiar de marca.
“En el Reino Unido, se ha hecho muy visible en la sección de dulces y chocolates”, publicó el medio británico esta semana, agregando: “Varios países de América Latina también han experimentado desde hace algunos años el mismo fenómeno”.
Latinoamérica es uno de los mercados preferidos por las empresas para llevar adelante esta táctica comercial.
Según le dijo a BBC Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes de México (ANPEC), es más evidente en especial en panes, snacks, frituras, cereales, aceites, atún, aceitunas, suavizantes de tela, detergentes y refrescos.
En Argentina, pasa igual. En los supermercados se venden botellas de aceite de 500 cm3 (cuando antes la más chica era de 900), paquetes de yerba de 250 gramos (el más chico era de medio kilo) y pequeños frascos de café de menos de 100 gramos, daba a conocer Día a Día en un artículo. “Cada vez es más marcado. Hay paquetes de azúcar de medio kilo y papel higiénico de apenas 18 metros”, decía Vanesa Ruiz, gerente del Centro de Almaceneros de la ciudad de Córdoba.
Según Ruiz, “comienzan siempre las primeras marcas, las grandes empresas, que como ven que la gente comienza a elegir otros artículos más baratos, achican el tamaño para que la brecha no sea tan marcada. Así, la gente no se da cuenta, ve que los precios son más o menos los mismos y lleva la primera marca, sin advertir que está comprando menos producto”.
Para Víctor Palpacelli, vicepresidente de la Cámara de Supermercados y Autoservicios de la misma provincia argentina, “es un aumento encubierto”. En declaraciones a Vía País dijo: “Los súper mucho no podemos hacer, porque las industrias nos dicen: ‘ahora viene así, si no te gusta, no compres’. Es una estrategia también para disfrazar la inflación, achicando el tamaño para aumentar menos el precio. Empiezan siempre las marcas líderes y las sigue el resto”.
La BBC estuvo en Pananá y habló con Giovani Fletcher, presidente del Instituto Panameño de Derechos de los Consumidores y Usuarios, quien declaró que la “reducción es significativa”, tanto en los productos de marcas propias que ofrecen los supermercados como en los que proceden de proveedores externos.
“Esto se nota especialmente en los enlatados, en las conservas, en la leche, en productos como la pasta de tomate”, dijo al medio inglés.
Para Roberto León Parilli, de la Alianza Nacional de Usuarios y Consumidores de Venezuela, además de una reducción de peso y volumen, se produce “una merma de su calidad”.