Para comprar un iPhone X en México, con un valor promedio de 23 mil 500 pesos, un empleado que percibe el salario mínimo tendría que trabajar 266 días (casi 9 meses) sin gastar un sólo peso. La cifra es exponencialmente mayor a los 17 días que un obrero con el salario mínimo tendría que ahorrar en Estados Unidos o los 16 días que una persona canadiense en las mismas condiciones debería laborar para comparar el mismo smartphone, de acuerdo con datos de El Universal.
Esto es sólo una estadística que refleja la realidad laboral en país, mercado en el que a pesar de que se trabaja una mayor cantidad de horas, los niveles de productividad son menores, situación que repercute en los ingresos per cápita promedio, la calidad de vida y el consumo interno.
Nuevos datos de la Organización para la Coperación y el Desarrollo Económico (OCDE) indican que el mexicano promedio invierte 2 mil 255 horas de trabajo al año, lo que equivale a 43 horas por semana.
Para poner el perspectiva el dato, tenemos que los alemanes son los empleados que menos horas destinan a tareas laborales, al destinar sólo mil 363 horas de trabajo al año. Esto representa 892 horas menos que los mexicanos.
En un punto medio se encuentran el mercado estadounidense, cuyo empleados destinan mil 783 horas anuales a sus actividades dentro del lugar de trabajo.
La disparidad responde en buena medida a las diferencias en las culturas labores que premian en cada uno de los mercados.
En México por ejemplo, los temores sobre el desempleo y las leyes laborales laxas, suponen condiciones de trabajo que el la práctica son distintas a las establecidas por la ley. Caso contrario sucede en Corea del Sur -país que ocupa el tercer puesto entre los países que más trabajan- en donde las preocupaciones sociales en donde la baja en la tasa de natalidad así como la disminución de la productividad ha llevado a las autoridades de gobierno a implementar esfuerzos para reducir las horas de trabajo y dar a los trabajadores “derecho al descanso”.
Esta última postura tiene sentido si consideramos que más horas trabajadas no necesariamente se traducen en mayor productividad. A pesar de ser el país miembro de la OCDE donde se pasan menos horas en el trabajo, Alemania logra mantener altos niveles de productividad. De hecho, el trabajador alemán promedio es un 27 por ciento más productivo que su homólogo británico.
Caso contrario sucede con México, país que aunque es la nación en la que más horas se invierten en el trabajo, su nivel de productividad se ubica por debajo del promedio.
Mientras que el promedio de los países miembros de la OCEDE en esta materia es de 50 puntos en una escala de 100, la nota de México es de apenas 20.
De hecho, durante el primer trimestre de 2017, el Índice Global de Productividad Laboral de la Economía reportó el peor desempeño de la productividad laboral en México desde la decisión de 2009 al registrarse una contracción del 1 por ciento a tasa anual en dicho indicador.
Crecer en el mercado demanda a las empresas ser empleadores más estratégicos en donde si bien cumplir un horario laboral es vital, este debe de responder a la necesidades de esparcimiento de los colaboradores en busca de mejorar las tasas de productividad que, al final, son las responsables de la salud de cualquier negocio.