En los últimos años, la industria de las relaciones públicas, así como las áreas de comunicación de empresas públicas y privadas, se han nutrido de profesionistas provenientes de áreas como el periodismo.
La llamada crisis de los medios de comunicación, provocada por la evolución en la forma en que los consumidores se informan y sus consecuentes cambios en sus modelos de financiamiento, representan un panorama laboral difícil para los periodistas. Cada vez hay menos empleos y los sueldos son cada vez más castigados. Así, muchos periodistas se ven en la necesidad de ampliar su panorama para laborar en empresas no necesariamente dedicadas al periodismo.
De acuerdo con el Estudio Anual en Medios 2017, realizado por el departamento de investigación de Merca 2.0, la inversión en agencias de relaciones públicas durante 2017 fue de mil 881 millones de pesos.
De la misma manera que agencias digitales y de publicidad suelen reclutar a periodistas, cuyo expertise es aprovechado para la generación de contenidos de calidad y textos creativos, dado el buen uso del lenguaje que su profesión les permite, también las agencias de relaciones públicas echan mano de profesionales con formación en los medios de comunicación para realizar las labores que tienen que ver con la parte editorial que las RRPP demandan.
Sin embargo, ser expertos en la generación de materiales escritos no es suficiente para realizar un buen trabajo de relaciones públicas; el verdadero valor que los periodistas aportan a las RRPP es el de saber el tipo de información que los medios de comunicación y los reporteros y editores necesitan.
Características inherentes a los profesionales del periodismo, como el olfato periodístico, saber qué información es noticiosa y qué no (a pesar de provenir de fuentes comerciales), el manejo de la información y la capacidad de investigación son el verdadero aporte que los periodistas ofrecen al mundo de la comunicación institucional y las relaciones públicas.
Sin embargo, existen algunas características propias de los publirrelacionistas que pueden resultar un reto para el periodista que incursiona en las relaciones públicas, si bien las labores editoriales de esta industria suelen realizarlas con gran habilidad, hay otras que en ocasiones suelen dificultárseles.
A diferencia de la forma de trabajar de los periodistas, los profesionales de las relaciones públicas emplean metodologías estratégicas que se acercan más al desarrollo de estrategias mercadológicas, buscando en todo momento la generación de alianzas y diversas tácticas que apuntan al posicionamiento de marca y al trabajo conjunto con otras instituciones y marcas en beneficio mutuo. Habilidades que deben de ser aprendidas por los periodistas que migran.
Las relaciones públicas demandan también, importantes capacidades logísticas, como la habilidad en la organización de eventos, con el manejo de presupuestos que esto conlleva; la generación de contactos con actores de múltiples instancias que les sirven para la buena realización de sus labores.
No obstante, el panorama no es tan negativo si observamos que, de acuerdo con las tendencias en el consumo de contenidos, ambas profesiones tienen retos similares relacionados con atraer la atención de sus audiencias, para quienes es necesario implementar diversas estrategias digitales, que tienen que ver con la interacción y las experiencias.
De acuerdo con un artículo del sitio español Puro Marketing, una de las tendencias de las relaciones públicas para 2018 es que éstas han evolucionado para ser más colaborativas “La clave está en la participación: si los propios ciudadanos no hacen pasar el mensaje y no lo comparten de forma masiva, este no logrará tener la repercusión suficiente”.
Finalmente, cabe recordar que el periodismo y las relaciones públicas se complementan y persiguen objetivos similares: el crear historias interesantes que impacten a audiencias específicas. Además, en la era de las fake news, es compromiso de ambas profesiones, estar alineadas para educar a los públicos sobre las fuentes fidedignas para evitar la difusión de verdades a medias, información errónea, incluso el desprestigio de las marcas.