El influencer marketing es una de las estrategias más utilizadas por las marcas ante usuarios cada vez menos receptivos a los formatos publicitarios tradicionales.

Dentro del terreno digital, este fenómeno es claro y visible. El reporte Technology, Media and Telecommunications Predictions, entregado por Deloitte revela que el 10 por ciento de los usuarios utiliza más de cuatro sistemas de bloqueo de publicidad para no toparse con ningún tipo de anuncio mientras navega en línea. De hecho, el documento indica que tres cuartas partes de los internautas hace al menos una cosa para evitar ver anuncios, en donde incluso pagan cuotas de suscripción a herramientas que cumplen con este fin.

Frente al contexto que las cifras anteriores dibujan, el uso de influencers dentro de las estrategias de comunicación se ha convertido en una constante entre las marcas. Desde Burst Media refieren que durante 2017, el 59 por ciento de las marcas trasnacionales, que operan en todo el mundo, aumentaron sus inversiones para campañas de influencer marketing.

El crecimiento de la disciplina dentro de las inversiones de los anunciantes es evidente; no obstante, hablamos de un campo de acción que aún tiene muchos vacíos por cerrar, en donde uno de los más claros es identificar al influencer adecuado en función de las necesidades de las marcas.

Facebook reveló que hasta septiembre pasado registró más de mil 300 millones de usuarios en la plataforma, de los cuales 270 millones eran perfiles duplicados o falsos.

Esta compleja tarea se hace aún más complicada si consideramos el fenómeno de la compra de seguidores y likes por parte de algunos influencers, mismos que con el fin de mantenerse como opción a los ojos de las empresas, optan por pagar para mantener sus base de seguidores en niveles altos.

No obstante, para las marcas esto es un grave problema. EL verdadero éxito de una estrategia de influencia no se concentra en el alcance, sino en la capacidad de los colaboradores para construir comunidades que favorezcan los interés de negocio. Es decir, se trata de dirigir la comunicación a aquellos usuarios que representen verdadero valor para la marca, por lo que la cantidad de seguidores es una métrica que pierde fuerza y protagonismo.

En este sentido, compartimos tres herramientas con las que las marcas y sus equipos estratégicos podrán definir si los influencers con los que trabajan poseen una base de seguidores que aporte verdadero valor o es producto de la compra de followers.

Social Blade

Se trata de una herramienta gratuita que permite conocer los datos detrás de cualquier cuenta en redes sociales como Youtube, Twitter o Instagram. Mediante parámetros de medición como el crecimiento histórico de seguidores o la cantidad de interacciones generadas calcula el nivel de influencia de los perfiles, al tiempo que realiza una proyección sobre el desempeñó que tendrá el perfil en el futuro inmediato.

Picos elevados en la cantidad de seguidores o bajas inexplicables en el mismo rubro será indicador de que algo no anda bien.

Fake Follower Check

Basta con agregar el nombre de usuario de Twitter de la persona a investigar para que la herramienta indique el porcentaje de usuarios falsos, inactivos y activos.

Además permite hacer un comparativo entre diferentes cuentas, lo que da un panorama más amplio sobre la verdadera influencia que puede tener una cuenta o perfil dentro de la plataforma de Twitter.

Twitter Audit 

Con sólo introducir el nombre de la cuenta a analizar, el recurso web genera un reporte completo sobre los seguidores reales y falsos que posee una cuenta. De igual manera, en función de la actividad e interacciones de la base de followers, mide la calidad de los seguidores de cada cuenta.