Por Luis Miguel Martínez
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@lmuia
Durante el IV Informe de Gobierno del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se nos anunció que llegó el día del apagón analógico en la televisión /* por ende eventualmente en el radio */ . Desde 2004, se había anunciado que el día llegaría; aunque la pregunta es, qué tan preparados estamos como país y sociedad una vez que se ha decretado que debemos digitalizarnos.
Hacia mediados de los años ochenta, sufrimos la más reciente digitalización masiva que nos afectó como sociedad y como país. Los discos de larga duración de 33 RPM o LPs comenzaban su decadencia en el uso para ceder el paso a los discos compactos o CDs. Evidentemente, la digitalización trajo beneficios como la portabilidad de la música, reducción de costo y facilidad de producción; también trajo nuevos problemas como la trepidante piratería.
La exploración de los métodos matemáticos de compresión de audio resultó en un cambio de formato del analógico /* existente en LPs, cassettes y cintas*/ a soportes digitales /* cintas, discos */. La ventaja evidente del contenido en formato digital, es la calidad, almacenamiento y economía, y esto sugirió en primer lugar la reproducción, y luego la grabación en un equipo de cómputo –diseñado para otros fines.
La industria musical al conocer las posibilidades del audio digital, buscó la innovación en el mercado a través de los discos compactos de audio y la cinta digital de audio. En ese momento, nadie imaginó la posibilidad de contar con un reproductor portátil de música digital. Rápidamente, Sony convirtió sus equipos reproductores de cassette Walkman en Discman – se constituyó como una primitiva convergencia. Pero aún más allá, la industria no pensó en que podrían existir reproductores de música digital de alta capacidad de almacenamiento, menos aún que el mismo reproductor de música serviría para desplegar imágenes y aún menos que podría desplegar video (por ahora almacenado, en algún futuro en tiempo real). Así, el iPod de Apple es uno de los primeros dispositivos de convergencia.
Y ahora que aparece a escena la convergencia digital, es conveniente definirla como “un entorno en red, cuya transparencia permite que tecnología y contenido confluyan en una sola industria de múltiples medios y tecnologías”. Este entorno alberga concurrentemente dos escenarios, el primero un mismo contenido para diversos medios –lo que sugiere una convergencia tecnológica, entendida inicialmente como interoperabilidad y el segundo un mismo medio para diversos contenidos, a su vez varios formatos, tal como un iPod.
Esta digitalización de la televisión llega por decreto, con la instrucción de apoyar la compra de receptores y decodificadores. La industria televisiva está de fiesta, las cadenas dejarán atrás una tecnología costosa mientras los fabricantes /* ninguno de ellos mexicano */ venderán más telerreceptores y los reguladores gubernamentales asumen su cita histórica con el estándar A/53 ATSC de la Televisión Digital Terrestre. Pese a que se decrete que llega el apagón analógico el mundo sigue siendo analógico sin limitaciones numéricas que simplifican nuestro entendimiento de la realidad. En unos años veremos si las promesas de mejorar la calidad, optimizar el uso del espectro y mejorar la confiabilidad en la recepción de señales, nos llevaron al entorno convergente y nos beneficiamos como sociedad.
Mientras tanto no te desconectes y ten a la mano un decodificador para tu TV analógica antes del 31 de diciembre de 2015.