La recta hacia el 2011
Estamos a unos meses de cumplir dos años de que la crisis económica en EU desencadenara una de las peores en la historia de la humanidad, de tal magnitud que a dos años después, las repercusiones aún continúan en diversos campos y rubros de la vida nacional; desde la pérdida de poder adquisitivo general del consumidor promedio, el desempleo y la disminución salarial, el cambio en la posición de las preferencias y lealtades de marca, hasta la entrada abrumadora de las marcas baratas, libres, propias y piratas.
Notas sobre consumidores:
Radiografía del Consumidor Mexicano
Grandes consumidores de video online en Brasil
En estos dos años, las señales de los “especialistas” han sido múltiples, desde “ya casi salimos de la crisis”, “se han recuperado miles de empleos”, “ahora si ya la superamos”, hasta el riesgo latente de une segunda recesión de la economía norteamericana, con todo lo que ello implica, así como la reciente noticia que dio SHCP sobre los 5 millones 800 mil mexicanos que quedaron en condiciones de pobreza, a dos años de que la crisis mundial repercutiera directamente en la economía mexicana y con ello, en el monedero y cartera de los mexicanos de a pie.
¿Y mi monedero cuándo?
Bajo este contexto de las diferentes fases que se han experimentado a lo largo de la crisis económica en México, se han podido observar los diferentes mecanismos de adaptación, formas de equilibrar los efectos emocionales de la misma y las transformaciones en las estrategias de selección y consumo de productos por parte de los consumidores.
Según el tracking cualitativo “la crisis económica y el consumidor promedio”, que venimos realizando desde el 2008, actualmente nos encontramos en la tercera fase: La de “adaptación resolutiva”, en donde el consumidor comienza a recibir mejores noticias por parte de los “especialistas” en la materia, cuenta con información sobre la recuperación macroeconómica, y sobre el crecimiento en ciertos sectores de la economía nacional, sin embargo dichas noticias alentadoras aún no llegan a concretarse en su bolsillo o monedero, ya que aún tiene un desempleado en casa o tienen que vivir con el reajuste salarial del cual fueron objeto.
Esta realidad permea tanto en su proyección y planes a futuro, sobre todo en la transformación de sus hábitos de consumo, ya que a lo largo de la presente crisis, las familias de los diversos niveles socioeconómicos y culturales, dentro de su realidad, tuvieron que realizar ajustes en sus formas de consumir y vivir.
El consumidor de hoy
El resultado en la actualidad, es un consumidor mucho más crítico y analítico que hace dos años, un consumidor que switchea con mayor facilidad y que está dispuesto a abandonar su marca favorita o de tradición, si otra similar ya sea libre, propia o barata, le da los mismos resultados pero a un menor costo. La época de la fidelidad de marca quedó atrás, actualmente el consumidor promedio busca costo-beneficio independientemente de la marca.
Los beneficios funcionales en términos generales están pesando más que los emocionales, por lo menos en lo que verdaderamente se deja atrás la contingencia económica que todavía viven las familias mexicanas.
Ante este panorama el consumidor espera de sus marcas preferidas, apoyo, comprensión y solidaridad que se vea reflejada en ofertas, promociones y calidad. Las amas de casa tratan de economizar a toda costa y con ello, satisfacer otras necesidades de su canasta básica, también apremiantes.
Los padres de familia, también economizan, comparan precios y/o posponen compras de mayor magnitud. Los niños y adolescentes son más propensos a las marcas y a la moda, se ven atraídos por las más económicas que permitan reducir costos sin sacrificar su gusto base.
En general podemos decir que el consumidor promedio que va del NSE y Cultural “C típico”, pasando por “D+” hasta llegar al “D y E”, que englobados en los últimos conteos, antes de la crisis y de los 5 millones de “nuevos pobres”, abonan el 78 por ciento de la población mexicana. Dado que sumados representan el porcentaje mayoritario, “los consumidores promedio” o “de a píe”, como también se les identifica, deberían ser tomados en cuenta seriamente por las marcas y por las instituciones gubernamentales, ya que sus necesidades, inquietudes, frustraciones y molestias tienen un gran peso y eco en las decisiones nacionales.
*Texto escrito por David Carballo.