Actualmente, nuestro país está registrando grandes avances en materia de telecomunicaciones e hiperconectividad, lo que como empresas nos es benéfico porque no sólo podemos acceder a mercados más amplios a través de canales digitales, sino además nos permite obtener información que podemos utilizar para gestionar estrategias de comunicación asertivas.
Sin embargo, es una realidad que todavía transcurrirá un tiempo para que logremos tener una penetración del 100% de la población en cuanto acceso a internet, índice que hoy se ubica en un 69%, por lo que debemos pensar en soluciones que nos permitan llenar los vacíos informativos que aún tiene el Big Data.
En el caso del sector asegurador, los principales rezagos en materia de aseguramiento los encontramos en los extremos de la pirámide poblacional, es decir, en los segmentos AB y D, pero mientras en los primeros tenemos alternativas para llegar a ellos, como son la atención personalizada a través de agentes debido a que esta población se encuentra en las grandes urbes, o a través de canales digitales aprovechando que tienen acceso ilimitado a internet, en el segmento D o menor nos encontramos que gran parte de esta población se encuentra en zonas aisladas, lo que complica la atención personal, y marginadas, por lo que su conexión sigue siendo limitada.
Como estrategia para llegar a un mercado más amplio, algunas aseguradoras han identificado canales que están llegando a la población más marginada, como son las tiendas de conveniencia o las microfinancieras, y están buscando aprovechar su cercanía orgánica con la población para colocar los productos; sin embargo, los profesionales de la mercadotecnia nos encontramos con que carecemos de datos exactos para diseñar estrategias específicas para estos mercados, y podemos cometer el error de querer adaptar las tácticas que aplicamos en la población con mayores recursos y que éstas nos generen los mismos resultados.
Ante ello, debemos diseñar mecanismos de cercanía con esta población, de manera que podamos tener una interacción directa con el personal encargado de atenderlo, tanto en la comercialización como en la atención de un siniestro, y darles herramientas para que capturen información sobre sus necesidades e inquietudes, tanto generales como específicamente sobre el servicio o producto que proveemos, de manera que cerremos esa brecha que aún nos deja el Big Data.
Por otro lado, no debemos olvidar que para el caso de la población C y AB, también debemos ser muy cuidadosos con la gestión de datos, por lo que es necesario evaluar la calidad y completitud de la información. Todavía es común observar repositorios de información basados en captar transacciones, por lo que terminamos viendo que una misma entidad solicita los mismos documentos en más de una ocasión, dado que está programada para pensar en transacciones funcionales aisladas al ciclo de vida del cliente.
Asimismo, debemos tener presente que contar con un amplio volumen de datos no conlleva tener una gran capacidad de conocimiento y relacionamiento con el cliente. Por ello, además de evaluar la calidad de la información, debemos conocer los objetivos de nuestras estrategias y cómo vamos a encaminar dichos datos para alcanzar las metas.
La información puede ser nuestro principal aliado para dar una mejor atención a nuestros clientes, pero también debemos ser objetivos en su manejo, para que cuando nos acerquemos a nuestros mercados sea con una estrategia bien enfocada y no basada en prejuicios.