Estamos en una época de quiebres tan profundo, que no sé hasta qué punto nos hemos dado cuenta. Son rupturas en los modos de vida y también rupturas en las posturas frente a las cosas enfocadas a ir más al fondo de las cosas. Una buena parte de la humanidad le está apostando a estar bien, a seguir un camino espiritual y a darle un vuelco a su manera de estar acá. Una de las áreas de cambio tiene que ver con la concepción de la felicidad, una postura estructural y absolutamente trascendental.
Siempre se ha hablado de la felicidad como un sentimiento y de una meta. El postulado del imaginario colectivo es que la felicidad es un trofeo que se consigue a punta de esfuerzo y trabajo: Cuando alcancemos el éxito laboral, vamos a ser felices; cuando nos casemos con la pareja ´ideal´, vamos a ser felices; cuando tengamos el dinero que anhelamos, vamos a ser felices; cuando viajemos, vamos a ser felices.
Pues no señores, error. Los expertos en la felicidad hoy aseguran que la ecuación es completamente inversa: primero somos felices y después vienen por añadidura todos los beneficios. Esto se aplica a todos los niveles de la vida, pero vamos a enfocarnos particularmente al laboral. La nueva tendencia de ´empresas felices´ propone apropiarse de la felicidad como una filosofía de vida, una actitud, y hacer del bienestar y la felicidad un modo de vida y una inspiración que, sin duda, va a repercutir en la productividad de la organización.
Están comprobados los beneficios que aportan las personas felices a las empresas. El psicólogo Shawn Achor, autor del libro The happiness Advantage asegura que no es lo que está afuera lo que nos da la felicidad, sino la manera como abordamos lo que nos sucede. “Existe la creencia de que lo que nos hace felices es tener éxito, pero cuando uno alcanza una meta siempre quiere más y así la meta de la felicidad nunca va a ser alcanzable, se aleja cada vez más”.
Así es que es así de sencillo, primero cambiamos nuestra percepción de los sucesos y el mundo exterior para ser felices. No se trata de tener éxito para ser felices, no, el cerebro funciona de forma opuesta: si se eleva el nivel de positivismo en el cerebro, vamos a ser más productivos y mejores, más exitosos. La felicidad eleva los niveles de inteligencia, creatividad y energía, y por tanto, los resultados económicos. El cerebro positivo es 31% más productivo que el negativo, neutro o que actúa bajo presión. Las personas felices mejoran 37% los niveles de ventas y los médicos son 19% más rápidos y precisos en sus diagnósticos.
Otro gurú del asunto, Nic Marks, CEO de la empresa británica Happiness Works, dice que “muchas empresas enfocan su atención en el análisis del ROI, pero no en la forma en la que su gente experimenta su trabajo y busca la felicidad”. Si se busca obtener el ROI de la inversión en felicidad, hay investigaciones interesantes como la de Fred Luthans, profesor estadounidense de Gestión especializada, que demuestran cómo pequeñas intervenciones como ofertas de recursos para aumentar la esperanza, el optimismo, la confianza y la resilencia generan 2% más de ganancias anuales alas organizaciones.
La premisa es primero la actitud y luego los resultados. El cerebro, como el cuerpo, es un órgano con capacidades inimaginables que se entrena y que aprende. La dopamina que el cerebro libera cuando somos positivos hace que nos sintamos más felices y activa los centros de aprendizaje para que nos adaptemos al mundo de forma diferente. Es una pura decisión que genera un verdadero círculo virtuoso, que debe ser el foco de los empresarios de hoy.
Felicidad es agradecimiento, ejercicio físico, descanso, autoestima, meditación, reconocimiento, buena salud, tranquilidad, hobbies, gozar el trabajo, relaciones sanas, etc. ¿Por qué seremos tan necios? ¿Por qué seguimos esperando que lo de afuera construya nuestra bienestar?