No es sorpresa que analistas y psicólogos hayan definido desde hace tiempo que las personalidades exitosas con personas rebeldes, estrictas, dedicadas y emprendedoras, rasgos que no todos están dispuestos a aceptar, ya que estas actitudes conllevan riesgos y fracasos.
El ex CEO de Apple, Steve Jobs, es recordado como una persona insistente en sus inventos, creativo, pero también de una personalidad compleja y perfeccionista, lo que orillaba a su círculo cercano a rotar de personal constantemente.
Entre las tantas lecciones que daba Jobs, en su oratoria, lenguaje corporal, respuestas creativas, se suma una respuesta que dio a un desarrollador en 1997, cuando éste acababa de regresar al mando de Apple, misma empresa de donde había sido expulsado 10 años antes, y en esta ocasión comenzaron con un “señor Jobs, eres brillante e influyente” y antes de proseguir Job lo corta ironizando “aquí viene…” logrando romper la tensión y provocando la risa de su audiencia.
En palabras del desarrollador, cuestionó la capacidad de Jobs ante su nuevo reto frente a Apple, “no sabes de lo que estás hablando, ya que me gustaría que hablaras con términos claros y abordara ideas incorporadas, y cuando termines nos gustaría que nos contaras que hiciste estos últimos años”.
Por su parte, Jobs respondió “este caballero tiene razón en algunas áreas, ya que lo más difícil es tener una visión cohesionada para vender 10 mil millones de dólares al año y sin embargo, hay un montón de gente que están haciéndolo mejor”.
Para expertos en retórica, Jobs dio cátedra de la frase clásica “trabajo bajo presión”, donde nunca se puso nervioso por una pregunta que cuestionara su capacidad, sino todo lo contrario, Steve respaldó a su equipo, los reconoció e incluso los elogió.