El comercio minorista está en crisis en Argentina. Los problemas comenzaron en 2015 y se agudizaron en 2016 con una fuerte pérdida del salario real derivado de la suba de las tarifas de los servicios. Esto hizo que las familias se quedaran sin resto para adquirir otros bienes y, en paralelo, restringieran cantidad y calidad a la hora de comprar alimentos.
En ese contexto, los hipermercados, supermercados y pequeños puntos de venta agudizan el ingenio para sostener las ventas.
Walmart
La cadena estadounidense anunció a fines de julio el lanzamiento de un nuevo sistema de precios para competir contra los mayoristas, formato que no ha dejado de ganar terreno en Argentina.
- Precios, ofertas e impulso de la marca propia, en especial en 400 productos de los más consumidos en las categorías de almacén, bebidas, panificados y perfumería y limpieza, entre otros.
- Ofertas especiales que bajen aún más los precios, comunicadas de manera simple para el cliente.
- Un amplio portfolio de productos de marca propia de calidad a un precio un 20% inferior a los líderes de cada categoría.
- Se desprende de las tradicionales promociones semanales para ofrecer precios bajos todos los días, de lunes a lunes y con todos los medios de pago.
Carrefour congeló los precios
El hipermercado de origen francés anunció que congeló por seis meses los precios de 1.300 productos de marca propia en los hipermercados, market y express de las 22 provincias donde está presente. Fijó los precios el 7 de julio ante escribano público y asegura que los mantendrá en todas las sucursales. Esto es importante en un país donde los alimentos subieron en 2016 un 39%.
Los almaceneros dicen que los precios a los que Carrefour congeló los precios están “inflados”. Es decir, que se subieron por encima de la media de los valores actuales para soportar la inflación hasta fin de año.
Con tarjeta, 50% menos
Un banco local, en acuerdo con una cadena de supermercados, lanzó una mega promoción para sumar clientes en sus tarjetas. Todos los miércoles de julio y agosto ofreció un descuento del 50% en la compra a quienes usaran sus tarjetas de crédito y débito.
La idea del banco fue fidelizar clientes y ayudar a la compra de los productos de la canasta básica. La promoción abarcaba alimentos, bebidas y perfumería, dejando fuera a artículos del hogar, telefonía e informática. Lo malo: se salió de control por la enorme cantidad de personas que se acercaron, congestionando los puntos de venta y el tránsito.