PepsiCo, una de las compañías internacionales más importantes radicadas en la Argentina, cerró una de sus plantas más grandes y dejó a 600 trabajadores sin empleo. Esto ocurrió en junio, y fue mediante un mensaje en la puerta de la fábrica ubicada en Vicente López, en el Gran Buenos Aires.
La empresa alimenticia (líder en snacks en el país) justificó el cierre debido a “obstáculos inherentes a la ubicación de la planta” y “su compleja estructura de costos y extensos requerimientos logísticos”.
Por su parte, los delegados del gremio denunciaron un “vaciamiento de trabajadores”. Según los empleados, la compañía quiere, con su traslado (se emplazará en Mar del Plata, a 400 km al sur), librarse de una plantilla más costosa y contratar a empleados nuevos, por menores salarios.
Si bien a la mayoría se les ofreció cobrar las indemnizaciones correspondientes, los que no aceptaron, decidieron llevar adelante medidas de fuerza que terminaron en la toma de la planta. Eso ocurrió el 26 de junio pasado, seis días después de que la firma cerrara de forma imprevista.
La situación desembocó en graves incidentes durante un desalojo en la mañana de este jueves 13 de julio. El violento operativo que llevó adelante la Policía bonaerense y Gendarmería Nacional terminó con heridos y denuncias de represión policial.
La compañía de capitales estadounidenses opera en la Argentina hace 58 años y cuenta con dos unidades de negocio (PepsiCo Bebidas y PepsiCo Alimentos). Algunas de sus marcas son Quaker, Pepsi, Gatorade, Lay´s y Twistos.
Este tipo de sucesos nunca son buenos para una marca. PepsiCo estuvo en boca de todos durante 48 horas, directamente vinculada a hechos violentos y situaciones nada agradables para una estrategia de marketing.