Históricamente los videojuegos de temÔtica violenta han tenido el estigma de dañar la salud emocional de los gamers que los juegan, los niños, no obstante, la industria ha demostrado sistemÔticamente que los juegos y consolas son un excelente brainware, herramienta que estimula el cerebro, como si estos aprendieran matemÔticas.
Los casos llegaron a tal extremo, que la Suprema Corte de Estados Unidos prohibió en 2011 la venta de videojuegos porque en ese entonces hubo un grupo de atacantes jóvenes que utilizaron armas y aseguraron inspirarse por ciertos videojuegos, como Death Race, Doom, Silent Hill, no obstante, las marcas de videojuegos solo realizaron modificaciones a sus contenidos solo para complacer a la autoridad.
En esta ocasión, el estudio holandĆ©s āVideo Gaming and Children Psychosocial Wellbeingā volvió a confirmar que los videojuegos violentos no crean niƱos violentos, ya que hay poco o ningĆŗn daƱo cerebral.
Después de analizar el comportamiento de 194 niños gamers durante una jornada de videojuego, éste no se asoció con aumentos en los problemas emocionales, es decir, no fue asociado con cambios psicosociales, solo se relacionó por sus resultados con una disminución en el comportamiento prosocial, pero solo cuando los niños jugaban juegos mÔs de 9 horas.
AdemĆ”s, se aseveró que los videojuegos no afectan de ninguna manera el desarrollo psicosocial de los niƱos, e incluso dichos resultados deberĆan ser socialmente avalados para beneficiar las medidas que cuantifican o categorizan los tipos de procesos, es decir, las etiquetas de los videojuegos.
Al descartarse otra vez los posibles daƱos de los videojuegos violentos en los niƱos, se reafirma que ningĆŗn estĆmulo de entretenimiento puede daƱar el comportamiento del cerebro humano.
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