El valor de las cosas es aquel que la gente esté dispuesta a pagar por ellas. En el caso del Perro sin pelo de Perú, su valor era “cero” o menos que eso, porque la gente –sin exagerar–lo despreció durante siglos.
Desde la conquista española, fue criado casi exclusivamente para rituales mágicos por chamanes o curanderos, y la sociedad lo marginó sin mayores explicaciones que su falta de pelaje, por su semejanza a perros sarnosos. Además de algún mito falso sobre malos augurios.
Pero no hay mal que dure 500 años. Ahora, tantos siglos después, libre de prejuicios por su “desnudez”, el Perro sin pelo de Perú se ha convertido en una de las razas de canes mejor valoradas, no sólo en Perú, sino en gran parte del mundo.
El Perro sin pelo o “viringo” (desnudo en la antigua lengua moche o tallán) no tiene pelo por el “síndrome de hipoplasia ectodérmica”, puede ser de raza grande, mediana y pequeña, es muy poco agresivo e ideal para compañía de niños y adultos.
Según Claudia Gálvez, de la Asociación de Amigos de los perros sin pelo del Perú e investigadora de la raza, la discriminación a estos perros comenzó en el siglo 16 con la conquista de Perú, ya que se lo asoció a rituales de idolatría indígena, y por ello se intentó condenarlo al exterminio.
En el siglo 20, su crianza estuvo asociada a viejas costumbres e incluso como parte de la medicina tradicional, donde era utilizado como “calmante” para el reumatismo y enfermedades respiratorias, por la calidez de su piel.
#miquiosco_com Perro peruano sin pelo: inauguran escultura en su honor en San Borja (VIDEO) https://t.co/5A9YRfeHyg
— Mi Quiosco (@miquiosco_com) 25 de junio de 2017
Fue recién en 2001 cuando el animal fue catalogado como patrimonio nacional y “especie a preservar” en su país. Y es ahora, más de una década después, cuando se ha transformado en un fenómeno del marketing y el merchandising, ya que es una de las figuras predilectas en las exposiciones sobre identidad peruana, pasando por ilustraciones en camisetas, afiches, revistas y diarios.
Lo más reciente es la inauguración en Lima de una escultura en su honor, que reunió a decenas de personas y ejemplares del “viringo”. La obra se acompaña con una exposición de fotografías históricas y actuales del can que se pueden en paneles publicitarios ubicados en 14 distritos de la capital peruana.