La principal misión que tiene un equipo de mercadotecnia es lograr que la marca permanezca en la mente de los consumidores, lo que no sólo se logra a través de un bombardeo continuo de publicidad, sino de un sinfín de estrategias que generen una relación más directa y personal con aquellos que nos honran con su preferencia.
Esta ardua labor conlleva el monitoreo continuo de las diferentes tendencias que se están generando en el mercado, para identificar oportunidades que nos permitan seguir apuntalado nuestro engagement. Sin embargo, nuestra decisión de aprovechar una tendencia debe estar sustentada en una estrategia integral, que no responda sólo al momento, y en análisis que nos permitan prever los resultados que obtendremos, tanto positivos como negativos, si optamos por seguir esa dirección.
El peor error que se puede cometer es adoptar una tendencia, en lugar de anticiparnos a ella, porque estaríamos adoptando un patrón sólo porque nuestro mercado objetivo la está siguiendo o porque nuestra competencia ya se subió. Siempre es válido tomarse un momento para analizar la conveniencia de seguir dicho camino, porque no se trata sólo de aparecer por aparecer, se trata de que cuando lo hagamos, dejemos una huella que los demás no han sido capaces de marcar.
Dentro del sector asegurador es común que nos sintamos tentados de asegurar bienes o servicios que de pronto están teniendo un boom en el mercado, pero muchos de éstos registrarán una leve temporada de éxitos, para después caer estrepitosamente en el olvido. Nuestro análisis debe ser lo suficientemente rigurosos para advertirnos de estas consecuencias, porque no puedes gestionar la perdurabilidad de una marca con base en ocurrencias bien intencionadas.
Asimismo, nunca debemos olvidar que debemos trabajar con las tendencias en sus múltiples ámbitos, es decir, directamente con los cambios relevantes en los hábitos y actitudes del consumidor; a través de las nuevas tecnologías, que nos permiten tener un mejor acercamiento con nuestro mercado objetivo; y con el talento humano, que serán los mejores embajadores de marca, todo sin dejar de lado los principios que conforman el ADN de nuestra compañía.
La gestión de las tendencias es, además, un trabajo continuo, ya que el entorno cambia continuamente y más en la actualidad, cuando las ideas se transmiten en segundos a través de internet y las redes sociales. Es por ello que debemos incorporar en nuestra operación modelos de gestión de tendencias, que nos permitan pasar de esfuerzos bien intencionados a estrategias ordenadas y con objetivos que generan un impacto positivo y bien identificado.
La apertura es un factor clave al momento de comenzar a gestionar con tendencias, ya que la rigidez de cómo se visualiza y opera la marca quizá pueda protegernos de cometer errores al momento de seguir una tendencia, pero también nos mantendrá alejados de la dinámica natural que tiene nuestro entorno, y nos condenará a ser considerados una marca que no tiene nada nuevo qué ofrecer.
Por otro lado, es sumamente importante incorporar de forma integral al talento humano para detectar, alimentar y clusterizar las tendencias. Si involucramos a nuestros colaboradores, podremos obtener información de primera mano y estructurar una respuesta casi inmediata.
La marca es la representación simbólica que diferencia a un producto, servicio o solución y tiene la posibilidad de generar entendimiento con su cliente volviéndose cercana y palpable; pero este vínculo debe cimentarse en valores genuinos, no en discursos adaptados que adaptamos para seguir una tendencia y que no lograremos mantener en el tiempo.
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