La mercadotecnia y la religión, guste o no, ya no pueden ser cuestiones completamente aisladas una de la otra. Y en ese escenario, mientras otras religiones hacen marketing (y del bueno) desde hace años, otras, como la Iglesia Católica, se ha quedado atrás… muy atrás.
Algunos fieles entenderán que no hay lugar para el marketing en las creencias religiosas, y probablemente tengan razón, pero también es cierto que, al menos en la Argentina, el catolicismo está perdiendo el lugar de preponderancia que siempre tuvo a manos de credos que “se venden” de maneras mucho más atractivas para los más jóvenes.
Un interesante ejemplo de aggiornamiento (para no mencionar la palabra marketing) es lo que está haciendo el padre Gabriel Ghione, de la ciudad de San Francisco, en el centro de Argentina. El cura, siempre atento a las nuevas tendencias, canta y baila una adaptación de la canción Despacito, de Luis Fonsi, para estimular a niños y jóvenes que concurren a misa.
El video del cura cantando y bailando Despacito se viralizó en toda la Argentina y es sensación en las redes sociales.
“El padre Gabriel es muy querido y apreciado en la comunidad de su parroquia y es conocido por ser un gran activista y movilizador de Diócesis de San Francisco, que en los últimos años sufrió varias bajas de sacerdotes jóvenes que por diferentes motivos dejaron los hábitos”, publicó Vía País.
Al video lo publicó por primera vez Radio Estación 102.5 en Facebook.
La letra no fue obra del padre Gabriel, sino que fue realizada por seminaristas del Seminario Jesús Buen Pastor, de Río Cuarto (Córdoba, Argentina), para el VII Encuentro “Los Jóvenes Visitan el Seminario”. De hecho, la canción se está utilizando en gran parte de las parroquias del país. Esta es la letra completa:
Un nuevo camino
La Iglesia Católica de Argentina viene dando muestras de querer usar las ventajas del marketing. Otro ejemplo es la intención de aprovechar el turismo religioso generado a partir de, por ejemplo, la canonización del Cura Gabriel Brochero en 2016.
En ese contexto, y consciente de que “nacía” el primer santo completamente argentino, el Obispado de Cruz del Eje registró la marca Cura Brochero. Según dijeron desde el estudio Eguía y Asociados, encargada del trámite, el “espíritu” fue “netamente preventivo, para preservar el buen uso” de un nombre que se volvió público y global.