Pese a sus intenciones de cumplir decisiones como si se tratara de una lista de deseos, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sufrió en marzo pasado una derrota frente su Congreso al no poder desmantelar el Obamacare, lo que forzó a la Cámara a retrasar la votación.
Abora, Trump podría enfrentarse de nueva cuenta con el Congreso de su país, ya que deberá enfrentar el estigma de la Cámara, quien tiene el estigma de que el mandatario impone su agenda política sobre las necesidades de Estados Unidos.
De acuerdo con el New York Times, el Congreso no puede sellar la agenda de Trump, ya que si bien es un tarea de la Casa Blanca proponer una lista de prioridades de gasto y recortes, es deber de los congresistas controlar el flujo de dinero de su país. Y es que el presidente propuso un plan de gastos formal de 4.1 billones de dólares, y la Cámara lo separará y aumentará el gasto a programas sociales y reducirá presupuesto en asignaciones de las que difiere de Donald Trump.
Asimismo, el crecimiento económico podría caer por debajo del 3 por ciento, es decir, aún y cuando el presidente no quiere verse como un derrochador, su plan presupuestario propone recortes en impuestos, mientras que el aumento del gasto en cosas como el gasto militar y patrulla fronteriza se eleva, lo que demuestra que sus planes ignoran el crecimiento insuficiente de Estados Unidos.
Mientras tanto, la Reserva Federal proyecta que el Producto Interno Bruto (PIB) aumentará solo un 2 por ciento anual durante los próximos tres años, y después de eso, solo un 1.8 por ciento, lo cual antoja más difícil los planes de Trump.
Además, Trump podría no lograr todos los recortes que propone, aún y cuando el crecimiento económico de Estados Unidos fuera del 3 por ciento, sin embargo, él cree que el país crecerá cuando el Congreso apruebe su plan presupuestario.
De nueva cuenta, el Obamacare es una batalla entre el Congreso y Trump, aún y cuando ésta proporciona seguros de salud a millones de niños y adultos indigentes. Ahí, el presidente de Estados Unidos propone una reducción de 800 mil millones de dólares, al proponer la Ley Americana de Cuidado de la Salud (AHCA, por sus siglas en inglés), sin embargo, ante la persistencia de Trump, el Congreso está elaborando su propia versión del proyecto de ley, que sería más parecido a Obamacare y lo más alejado posible de las políticas reduccionistas de Trump.