Empresas como Uber, Airbnb, o Ebay, tienen algo en común más allá de ser líderes en sus categorías: ninguna es dueña de los productos que comercializa. Su oferta comercial tiene sustento en una plataforma que convierte a los propios consumidores, socios o, incluso, a los mismos anunciantes a ser los creadores de la visión de negocio sobre la cual estas compañías han construido sus negocios.
En otras palabras, son compañías que han transformado una debilidad en un ventaja competitiva de gran valor al permitir al propio usuario tener el control sobre la mejor forma de satisfacer sus necesidades, incluyéndolo de manera activa en la cadena de valor.
Al remontarnos a los inicios del entono digital 2.0, Facebook es quizá la empresa que institucionalizó -quizá sin saberlo- este modelo de negocio desde su principal red social, el cual hasta el momento se ha traducido en un crecimiento imparable para la compañía que no puede entenderse más sólo como una firma tecnológica; ahora, aquella pequeña startup creada por Mark Zuckerberg juega en un terreno más complejo y de mayores responsabilidades: el de los medios de comunicación.
Su nueva posición así como el reconocimiento parco y poco claro que la directiva ha referido sobre este rol, podrían convertirse en el mediano plazo en un problema mayor para la red social, que parece brincar de un rol de aliado a enemigo para las principales centrales de noticias.