Cuando las quejas, observaciones o críticas se vuelven virales, lo hacen en cuestión de minutos u horas, y las compañías no sabes cómo en ocasiones, lo que les puede producir una mala imagen que no podrán rescatar de modo sencillo.
Compañías se han encontrado en medio de debates políticos, e incluso si una marca no está tomando dato, sus consumidores parecen tomar dato. Un análisis de Adweek señala que al existir una economía activa, las cuestiones sociales continuarán y las marcas tienen que tomar aprendizajes como:
Activismo del consumidores
Los consumidores tienen el poder de organizar, reunirse, expresar su apoyo u opinión en cualquier momento sobre lo que ellos consideren necesario. Para las marcas, estas acciones pueden ayudar en forma de sentimiento positivo o daño. Como ejemplo, Uber perdió a 200 mil clientes durante la semana de #DeleteUber, porque la firma tardó en contestar los mensajes de descontento de sus consumidores.
Activismo de marca
Al igual que el consumidor, por cuestiones sociales y políticas están obligando a las marcas a evaluar dónde se encuentran o el riesgo de dejar su posición abierta a la interpretación por los consumidores. El repunte de las marcas depende siempre de los cambios y realidades sociales.
Activismo de empleados
Ante los entornos polarizados, los empleados también están involucrados en asuntos que les preocupa, después de todo también son consumidores, por lo que las compañías no deberían ignorarlos, ya que los empleados cambian sin esfuerzo entre el ciudadano preocupado y el embajador de marca.
Activismo del portador
Las compañías han solicitado el servicio de influencers, quienes ayudan a disminuir los panoramas polarizados. Aunque Youtube y Disney rompieron acuerdos recientemente con el youtuber PewDie Pie por su retórica antisemita. Cuando un embajador de la marca se pone la camiseta, también corre el riesgo de estar en el ojo público y ser descalificado por cualquier circunstancia.
Activismo mediático
Los medios de comunicación mantienen un “barómetro de confianza”, donde se refleja el sentir de los consumidores respecto a los productos y marcas que consumen, por lo que un entorno polarizado obliga a las marcas a revisar sus “propuestas de valor”, ya que además de referir sus posturas ahora tendrán que demostrarlas.