El fenómeno de las descargas ilegales de música fue contenido en la actualidad por los modelos de streaming musical como Spotify, Apple Music o YouTube.
En la actualidad, muchos de ellos ofrecen el consumo de cierta cantidad de canciones de manera gratuita, o bien, bajo la condición de tener habilitados una serie de anuncios entre canciones.
Debido a esta situación, Gene Simmons, bajista del grupo estadounidense de rock Kiss, afirma que no vale la pena publicar material inédito en estos tiempos.
En una entrevista, el músico afirma que esto se debe a que la gente está convencida de que no quiere pagar por estos contenidos.
“La última vez que revisé, Kiss no era una cuestión de calidad”, sentenció Simmons.
Según datos de Statista, en 2016 las descargas legales de música registraron ingresos por 3 mil 551 millones de dólares, tan solo en mercados como Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Alemania y Australia.
Por parte del mercado de streaming, hasta diciembre de 2016 se calcula que Spotify contaba con 40 millones de suscriptores premium, por 20 millones del servicio Apple Music, de acuerdo con cifras proporcionadas por cada una de las plataformas mencionadas.
No obstante, especialistas del sitio web Billboard afirman que, en parte por el crecimiento de los usuarios de este tipo de servicios, las ventas de discos físicos han visto importantes caídas en años recientes.
Al respecto, el articulista Glenn Peoples cita el caso del artista canadiense Drake, quien en 2015 mantuvo por 9 semanas su álbum “Views” en el primer lugar de ventas. Aunque, a partir de entonces, la caída en las reproducciones de su tema sencillo fue cayendo en 59 por ciento en los servicios de streaming, las compras del álbum cayeron hasta en 95 por ciento en el mismo periodo.
Así, el llamado de Kiss a la industria es claro: el modelo de negocio de la música actual compromete el futuro de muchos que hoy aspiran a dar a conocer su trabajo y esperan vivir de él.
Si bien las nuevas tecnologías facilitan el acceso del público a los nuevos artistas, también es una realidad que cada vez son menos las personas dispuestas a gastar sus ingresos en un disco, en especial ante la comodidad (y gratuidad) que representa buscar el tema de su preferencia en YouTube, Apple Music o Spotify.