Buena parte de los productos de consumo más socorridos en México son importados. Es obvio a estas alturas que ciertos bienes, como los asociados con las tecnologías o los automóviles, han visto importantes aumentos en sus costos durante la segunda parte del año pasado.

Tal vez por esta razón, en octubre de 2016 se registró una caída de 2.3 por ciento en la compra de estos bienes. No obstante, la ropa, las medicinas y productos para el cuidado personal también son importados.

El diario El Financiero estimó que, con el dólar a 20 pesos, la inflación en alimentos como el pollo había llegado a un 9.95, mientras que en el caso del maíz rozaba el 6 por ciento.

En la dieta nacional, estos productos son muy relevantes. Por desgracia, para satisfacer la demanda nacional se requiere comprar del extranjero cada vez mayores cantidades de estos productos.

Tan sólo en los primeros 6 meses de 2016, el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas estimó que las importaciones de pollo eran 558 veces más que las exportaciones. El 92 por ciento de éstas provinieron de Estados Unidos.

Una buena parte de los negocios mexicanos compran sus insumos con la moneda estadounidense, lo cual a la larga también deriva en el encarecimiento de los mismos para el cliente.

Al respecto cabe resaltar que sector retail, por ejemplo, se abastece en su mayor parte de esta forma. Esto se debe a que la compra de insumos en grandes volúmenes es parte importante para mantener su stock de productos, así como para permitirse vender sus productos a costos bajos.

De acuerdo con datos de Statista, el valor de los bienes importados a México durante 2015 alcanzó los 405.28 billones de dólares.

Además, el valor de la moneda mexicana a nivel internacional es un factor clave al determinar el poder adquisitivo de su población.

En relación con esto, un estudio realizado por la UNAM reveló que, debido a la inflación registrada durante los últimos años (calcula que desde 2013 el precio promedio de la canasta básica aumentó 26.3 por ciento), el poder adquisitivo de los mexicanos disminuyó en un 11.1 por ciento.

Así, es claro que el encarecimiento de la moneda estadounidense pega directamente al bolsillo de los consumidores.

De continuar esta tendencia, es muy probable que lo visto en los primeros días de 2017 sea el augurio de una situación aún más compleja para el mercado interno mexicano.