La obra del célebre escritor y aviador Antoine de Saint-Exupéry cumple 70 años y entre homenajes y reconocimientos, El Principito ha sido inspiración no sólo en la literatura, sino que también tiene varias cosas que podemos aprender para el marketing.
La historia guarda gran similitud con un accidente aéreo que sufrió el propio autor en 1935 en el desierto del Sahara.
La obra fue traducida a unas 270 lenguas, es la obra literaria más traducida en el mundo después de la Biblia y ha vendido más de 145 millones de ejemplares.
Este relato nos permite observar ciertos aspectos aplicados para los consumidores, por esa razón te presentamos cuatro aspectos cómo este relato se aplica al marketing:
1- Content marketing
En el capítulo 21 de la novela el Principito tiene un encuentro con un zorro, el cual se encuentra muy triste y le pide un favor: “que lo domestique”. El jovencito le responde que no sabe qué significa eso.
El animal le enseña y le dice: “Es una cosa ya olvidada y significa crear lazos (…) Sólo se conocen las cosas que se domestican. Los hombres ya no se dan tiempo de conocer nada. Compran todo hecho en las tiendas. Pero como en las tiendas no venden amigos, los hombres ya no tienen amigos ¡Si quieres un amigo, domestícame!”.
Es importante que las marcas hagan un esfuerzo por presentar contenidos atractivos, ya que éste será el que se puede brindar a los usuarios. El reto se encuentra en que en la actualidad los usuarios prefieren encontrar por sí mismos lo que están buscando, en lugar de recibir publicidad.
En el capítulo uno del relato encontramos esta frase: “Las serpientes boas tragan sus presas enteras, sin masticarlas. Luego no pueden moverse y duermen durante los seis meses de la digestión”.
2- La imaginación para targets específicos
La imaginación se hace presente en el libro y el protagonista traslada lo narrado a un dibujo, cuya interpretación es ambigua si está fuera de contexto, al grado que parece un sombrero.
Tras esta idea el Principito se siente decepcionado y reprocha que los adultos carecen de imaginación, los mercadólogos tienen el deber de ayudar a los consumidores de todas las edades a desarrollar su talento, su habilidad y sus sueños.
La clave se encuentra en interpretar las pistas que los consumidores nos dejan. Sus ideas deben ser escuchadas, ya que su genialidad aporta factores determinantes para provocar un cambio. La búsqueda del equilibrio se presenta como ineludible para convertir aquello que imaginemos en soluciones productivas.
3- Los consumidores son impredecibles
Los consumidores son “principitos”, pues tienen comportamientos imprevisibles y más cuando las marcas creen saber todo sobre ellos. Los competidores también lo son y es difícil saber cómo se va a responder a una nueva campaña que genere preferencia por otro producto.
El protagonista y El Principito dialogan mucho sobre la incertidumbre. Lo que para uno es una cosa absolutamente normal, para el otro resulta una interpretación surrealista, que a su vez genera una distorsión en el protagonista.
Esto ocurre demasiado en el marketing, las campañas que resultan correctas para sus creadores no tienen el mismo impacto en los usuarios y genera resultados que en lugar de beneficiar, perjudica a la marca.
4- Criterio en un mercadólogo
La espontaneidad del Principito irrumpe con una nueva pregunta acerca de algo que parece inoportuno e irrelevante para el protagonista. Que un mercadólogo sepa tener criterio es fundamental.
“Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre los millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas” (capítulo 5).
La competencia mueve a la industria en velocidades extremas y genera que se atiendan las cosas más urgentes para producir, mientras que las necesidades más importantes para la marca y para los consumidores quedarán en segundo lugar.
Si relegamos a la estrategia y olvidamos por qué objetivos luchamos no sabremos sobre las fallas, si es que las hay.