El personaje que sacĆ³ boleto para estar en el ojo del huracĆ”n la semana pasada fue, sin duda, Martha Debayle. El internauta medianamente informado estarĆ” al tanto de que, en una entrevista que ella concediĆ³ para Merca 2.0, afirmĆ³ que no hace radio para gente jodida, no hace revistas para gente jodida, ni hace internet para gente jodida. Inmediatamente despuĆ©s de la publicaciĆ³n del video, y como era de esperarse, una serie de crĆticas llovieron a la conductora de uno de los programas mĆ”s escuchados de la radio mexicana.
Sin embargo, el linchamiento del que fue vĆctima la empresaria es un caso que demuestra que, a la par de las mĆŗltiples bondades de la comunicaciĆ³n inmediata y democrĆ”tica que nos permiten las redes sociales, existe una desventaja ocasionada en parte por una abrumadora saturaciĆ³n de datos. Diariamente consumimos un torrente de informaciĆ³n, pero entendemos āo sĆ³lo queremos entenderā una mĆnima parte de ellos.
Quienes se frotaron las manos y satisficieron su sed de venganza, de forma mezquina sĆ³lo se quedaron con la primera parte de la intervenciĆ³n de Martha y quisieron creer que la conductora se encontraba desdeƱando a los consumidores de clase baja. Ninguno de ellos se dio a la tarea de analizar la continuaciĆ³n de su premisa, que explicaba que muchos medios de comunicaciĆ³n suelen subestimar la inteligencia del pĆŗblico, y que ostentar la condiciĆ³n de ājodidoā no tiene relaciĆ³n alguna con el nivel socioeconĆ³mico, ni su lugar de residencia, ni el monto de sus ingresos.
MĆ”s allĆ” de la polĆ©mica, el hecho da pie para analizar la manera en que procesamos la informaciĆ³n, por mĆ”s bĆ”sica y digerida que se nos presente. Esta realidad en la que, como consumidores de noticias y publicidad recibimos un mensaje y lo entendemos completamente tergiversado, nos indica que quizĆ” nuestros esfuerzos como generadores de mensajes estĆ”n encaminĆ”ndose por un derrotero errĆ³neo.
Es natural que como comunicadores, publicistas, mercadĆ³logos o publirrelacionistas creamos que al generar cualquier tipo de comunicaciĆ³n, nuestro pĆŗblico objetivo estarĆ” recibiĆ©ndola justamente con la intenciĆ³n con la que la diseƱamos, sin embargo, ejemplos como el que ocurriĆ³ la semana, y muchos otros, deberĆa obligarnos a replantearnos viejos esquemas y a hacernos conscientes de que en cualquier momento, nuestro mensaje puede ser interpretado en sentido completamente opuesto al que nosotros buscamos.
En la Ć©poca en la que el internet y en sus mĆŗltiples y maravillosos canales estĆ” inundado de lords y ladies, contenido banal y prescindible y un numeroso grupo de usuarios de piel delgada que buscan fervientemente protestar por cualquier cosa que crean que los victimice, es necesario reflexionar acerca de la manera en que nuestras estrategias de comunicaciĆ³n deben adaptarse a este panorama, y no olvidar la premisa, hoy mĆ”s vigente que nunca, que dice que percepciĆ³n es realidad.