El 5 de agosto comienzan los Juegos Olímpicos de Río 2016 y el evento deportivo ha estado rodeado de polémica. Por un lado los problemas políticos, económicos y de salud en Brasil y la posibilidad de que Rusia no acuda. Ahora el terrorismo se asoma a Río de Janeiro con una amenaza del Estado Islámico.
Los meses previos a los Juegos Olímpicos de Río han estado cargados de polémica. Muchos temen que al virus Zika y su posible expansión mundial una vez que los atletas regresen a sus países. El ambiente político en Brasil es tenso luego de que se destituyó a la presidenta Dilma Rousseff. La economía está en recesión y los brasileños no están contentos. Cada vez es más probable que Rusia no acuda a los Juegos y ahora hay una preocupación más: el terrorismo.
De acuerdo con el Washington Post, diez personas fueron arrestadas en Brasil luego de que declararon su lealtad al Estado Islámico y, según la Policía, se comunicaban a través de internet para planificar ataques durante los Juegos Olímpicos. Según el medio brasileño O Globo, los nombres de los detenidos no se darán a conocer para continuar con las investigaciones.
El tema de un posible ataque terrorista en Río no es menor. Los recientes atentados en París, Bruselas y Niza demuestran que los simpatizantes fundamentalistas del Estado Islámico pueden arreglárselas para cumplir su cometido con lo que tienen a la mano.
El miércoles el gobierno francés, uno de los más golpeados por el terrorismo, solicitó a Brasil reforzar la seguridad de los consulados de ese país, aunque negó que haya planes de atacar a la delegación francesa en los Juegos Olímpicos.
El terrorismo en los Juegos Olímpicos no es algo imposible, de hecho en Munich 72 once miembros del equipo israelí fueron tomados como rehenes y luego asesinados por el grupo terrorista palestino Septiembre Negro. En Atlanta 96 una bomba estalló en la Villa Olímpica matando a una persona e hiriendo a 111.
Con la captura de los supuestos conspiradores terroristas, el gobierno brasileño también busca sumar a su causa contra Whatsapp, aplicación a la que quiere someter a su vigilancia y ha suspendido en un par de ocasiones por la negativa de Facebook a ceder ante la presión. Whatsapp tiene cerca de cien millones de usuarios en Brasil.