En la acalorada entrevista en un canal local de la Ciudad de México, Michael Wolff, quien parece un hipster cincuentón, se atrevía a poner en duda la modernidad de la vida online, frente al rigor de los medios tradicionales offline. Escuchar esta postura me sorprendió y me atrapó para continuar escuchando su perspectiva. En un principio pensé, ¿cómo alguien se atreve a cuestionar que la vida digital está sobre estimada y valorada frente a un medio tan masivo y tradicional como la televisión? Después del susto de escuchar esto, me quedé muy pensativo, porque al entender su versión de los hechos, algo se movió en mi mente.
Michael Wolff escribió un libro provocador en 2015: La televisión es la nueva televisión, el inesperado triunfo de los medios tradicionales en la era digital -lo traduzco yo así porque todavía no existe una versión en castellano. Lo que escribe aquí de los medios tradicionales frente a los medios digitales es revelador, potente e inesperado. ¿Es quizá una gran campaña desesperada de relaciones públicas de los intereses mediáticos tradicionales para ganar un debate ideológico frente a los nuevas marcas que ya facturan por enviar mensajes digitales o una revelación ante una fantasía digital que muchos nos hemos creído?
Michael Wolff disparó unos cuantos datos que movieron mi mirada. Me sacudieron un poco de mi estado de confort y me hicieron tener más preguntas que respuestas de la nueva identidad digital, ¿será que todos nos hemos comprado la moto de la nueva era digital o en verdad la televisión tradicional está por dar su último respiro?
A continuación, los racionales que se quedaron dialogando en mi mente. Hasta el momento, muy pocos son los que han logrado facturar con un rotundo éxito en el ambiente digital. Los medios mundiales batallan para ganarle al punto de equilibrio, cada día, pelean más por lograr patrocinios y obtener dinero de los anunciantes. La competencia entre los medios está muy ruda y reñida. Todos lo días vemos grandes éxitos de aplicaciones y marcas digitales en economía compartida que ya forman parte de los servicios que usamos muchas veces todos los días, pero la mayoría de estos servicios innovadores se generan online y se viven offline. Entonces no todo lo que aparentemente vivimos y nos sorprende es online. ¿Estaremos viviendo en una fantasía de una burbuja digital que se romperá súbitamente como ocurrió en 2001? Esto lo afirma Michael Wolff en su razonamiento y se lo pregunto a ustedes en este texto. Lo que es cierto, es que pocos han logrado hacer millones en ganancias de los nuevos clientes digitales. Netflix es un gran modelo de negocio. Logró derrotar y hundir a Blockbuster.
Pero lo que pagamos por ser suscriptores de Netflix es ver contenido con formatos rigurosos de la televisión tradicional sin comerciales. Entonces, estamos pagando por ver en un formato online la vieja televisión que siempre hemos consumido, ¿Revelador no? Después de escuchar y conocer la postura de Michael Wolff, pienso diferente y me convierto en un ser más crítico de la vida digital ¿Esta pasión que vivimos por la innovación digital es real o tan sólo un espejismo?