La utilización de presos como fuerza de trabajo e imagen de marca, esá resultando de manera positiva al restaurante italiano “InGalera” y a la marca mexicana de bolsas “Prision Art”.
1. InGalera.
El restaurante ha construdo un concepto alrededor del nombre del restaurante que en italiano significa: “en prisión”.
Con el empleo de prisioneros de la cárcel de Bollate, ubicada a las afueras de Milán, el restaurante abrió bajo la idea de ser atendido por los internos del lugar, ya sea como meseros o participando en la preparación de los alimentos.
En 2013, el chef peruano Gastón Riveira, adelantaba en una entrevista que en la industria restaurantera, la marca debería de primar por encima de los platos. En el caso del restaurante, su marca es señal de la experiencia que se vive en su interior.
Aunado a esto, la experiencia de consumidor en este tipo de conceptos construye un mayor valor tanto para el negocio como en la relación con el cliente, pues a decir de ThinkJar, las nuevas experiencias están orientadas a cambiar procesos y acciones, en donde entra la oportunidad de este tipo de negocios, de generar ventas y fidelidad de sus comensales.
2. Prision Art
Una foto publicada por Prison Art Official (@prison.art) el
Esta marca de moda construye su imagen en torno a la elaboración artesanal de bolsas, por parte de prisioneros en cárceles mexicanas, que a través de la técnica del tatuaje ilustran cueros y arman bolsas, utilizando una serie de patrones en los que se incluyen carteras, para ser comercializados a través del portal de comercio electrónico de la marca o en una de las cinco tiendas establecidas en Masaryk, Ciudad de México; Playa del Carmen, el Aeropuerto de Cancún o en San Miguel de Allende, Guanajuato.
Para entender cómo es que dos negocios tan diferentes tienen éxito en la utilización de presos para hacer “branding”, la firma GFK reconoce que las marcas están bajo una enorme presión en el desarrollo de conexiones emocionales, por lo que el desarrollo de conceptos restauranteros o de artículos de moda, donde sus marcas están relacionadas con historias, de cómo los reclusos trabajan bajo esquemas de “comercio justo”, se convierten en un factor clave en la demanda del producto o servicio en cuestión, por lo que se puede considerar, que una historia humana ayuda a que las compañías construyan imagen y generen relaciones, por las emociones provocadas.