En la prensa internacional, se destaca con tono estridente, la grave situación de seguridad a raíz de la creciente actividad de la delincuencia organizada y los cárteles de la droga, los casos de corrupción e impunidad, la violación a los derechos humanos y las agresiones contra periodistas, entre otros tristes fenómenos.
La erosionada percepción de México como país en el ámbito internacional no solamente representa una razón de desanimo para muchos mexicanos. La hoy golpeada imagen de México es un lastre terrible, por ejemplo, para promover la llegada de inversión extranjera, estimular el turismo internacional y términos generales posicionar a nuestra nación como uno de los proyectos de país en vías de desarrollo más prometedores de América Latina, como debería ser de acuerdo a otros indicadores del país.
La imagen de la Marca México es estratégica para el desarrollo y crecimiento de nuestro país. En términos de imagen, ha sido tal el embate de las malas noticias y su monopolización cuando se habla de México en el extranjero, que inclusive han llegado a opacar los efectos positivos de la reformas estructurales que se han logrado en esta administración, mismas que en otro momento, hubieran sido recibidas por la prensa internacional y analistas con bombo y platillo.
Al considerar lo anterior, no exageramos si decimos que la imagen de México como país en el extranjero atraviesa uno de sus peores capítulos.
El Gobiernos Federal, a través de las instituciones y entidades encargadas de construir y promover la imagen de nuestro país en el extranjero, como por ejemplo ProMéxico y la Coordinación de Marca País y Medios Internacionales de la Presidencia de la República, viven un desafío de dimensiones titánicas y sin precedentes.
Desde hace varios años, la compañía FutureBrand realiza anualmente el estudio denominado “Country Brand Index”. En la más reciente edición de este estudio Japón aparece en primer lugar, Suiza en segundo, Estados Unidos de Norteamérica ocupa la posición número siete; México ni siquiera perfila entre los primeros 20 lugares.
De los países evaluados por este estudio a lo largo del tiempo, existe un caso que por su franco éxito es ya emblemático: Colombia.
Durante años, en el plano internacional, Colombia fue un sinónimo sin parangón de violencia y corrupción, explicado por el monstruo endémico para la vida del país que representaban las organizaciones del narcotráfico. De manera impresionante, y casi heroica, los responsables de la Marca País, por medio de las decisiones correctas y aprovechando todas las oportunidades, lograron revertir la imagen de Colombia, llevándolo de la posición 85, a la posición número nueve en el “Country Brand Index 2013” realizado por FutureBrand.
Sería incompleto mencionar este caso de éxito sin aludir a las eficaces políticas públicas y cambios legislativos implementados por el en aquel entonces Presidente César Gaviria, pero los responsables de proyectar una imagen positiva de Colombia como Marca País no desaprovecharon la menor oportunidad para nutrir sus mensajes con los aspectos más positivos del país y de esa manera dislocar en la agenda internacional las connotaciones negativas de Colombia.
Me parece que desde este ángulo, en este momento la situación de México, como marca, no dista en demasía de la de Colombia. Y, a pesar de que la optimización de la Marca México en el extranjero depende del mejoramiento sustancial de muchas de las variables que la determinan, la presente administración no se puede dar el lujo de dejar pasar ninguna oportunidad para reescribir, aunque sea parcialmente, el “plot” y la narrativa de nuestra Marca País frente a la comunidad internacional, tal como lo hizo Colombia en su momento. Y aquí hay (o hubo, en el peor de los casos, si es que ésta se deja pasar) una oportunidad dorada: El talento nacional cinematográfico.
Desde la década de los 30’s y 40’s, años que marcaron “La época de oro del cine mexicano”, no sucedía que nuestro país tuviera una presencia tan colosal como la que tiene hoy en la industria global del cine. En los últimos años, el nombre de México ha robado cámara en diferentes festivales internacionales, entre los que se cuenta los aclamados Oscar, el Festival de Cine de Cannes y El Festival Internacional de Cine de Berlín, entre otros. Como ejemplo de lo anterior, Alejandro G. Iñarritu, “El Negro”, como lo apodan sus allegados, gana de manera consecutiva en dos ocasiones el Oscar como mejor Director empatando con los anteriormente dos únicos directores que habían logrado la proeza, John Ford y Joseph L. Mankiewicz. Emmanuel “El Chivo” Lubezki es reconocido en tres ocasiones al hilo como mejor Director de Fotografía. Alfonso Cuarón gana el Oscar como mejor Director en 2014 un año antes de que Iñarritu lo hiciera por primera vez.
Guillermo del Toro es valorado por la crítica estadounidense como uno de los mejores directores del género de terror y ciencia ficción. Michel Franco, Carlos Reygadas, Amat Escalante y Gabriel Ripstein no se quedan atrás y ponen el nombre de nuestro país muy en alto. En total, en los últimos cinco años, el talento mexicano ha reunido nueve Oscars, cuatro Globos de Oro, tres reconocimientos en el Festival de Cine de Cannes y dos más en el Festival Internacional de Cine de Berlín.
Si en muchas de estas ocasiones el capital de producción de las películas no es mexicano, poco importa. El tema central es que los galardonados, son reconocidos como mexicanos que compiten con los mejores del mundo, y ganan en una de las industrias más concurridas a nivel internacional. Los premios de estos mexicanos son motivo de enorme orgullo para nuestros connacionales, y a través de la fuerza mediática de la industria cinematográfica internacional, cada uno de ellos proyecta a México como un país de inmenso talento; como un país capaz de destacar por su vasta capacidad de potente producción cultural en las arenas más relevantes del mundo entero.
A la luz de estos eventos, resulta tanto sorprendente, como lamentable que el presupuesto para cultura en nuestro país (de por sí, siempre lastimado) haya sufrido un recorte de poco más de tres mil millones de pesos este año. Dado que la producción cinematográfica nacional, en gran medida depende de recursos públicos a través de los diferentes estímulos a la producción, ese recorte impacta de manera muy importante a la producción cinematográfica nacional y a su talento.
La producción cultural nacional, y como ejemplo destacado el talento nacional cinematográfico, es, sin lugar a duda, una de las más valiosas oportunidades para contribuir, en su medida pero sustancial, con el equity de la Marca México en el horizonte internacional. Esto debería ser mejor aprovechado por los responsables de la imagen de nuestro país en el mundo.
No podemos establecer aquí que el fenómeno del talento cinematográfico nacional sea suficiente para abatir los vicios de imagen de nuestro país en el mundo. Pero tampoco debemos descartar la inmensa oportunidad que esto podría representar para contribuir al mejoramiento de la imagen de la Marca México. Lejos de recortar las oportunidades para el talento responsable de la producción cultural nacional, se debería estar pensando en cómo aprovecharlo mucho más a favor de la imagen de México en el extranjero y darle un leve pero muy rentable giro al “Plot” y la narrativa de la Marca México en el exterior. México se lo merece.