A más de dos del nacimiento de la Red Informática Global, mejor conocida como la World Wide Web, es difícil concebir en términos concretos la magnitud de los avances que ha alcanzado y que, por ende han cambiado la manera en que se mueve el mundo. Sin embargo, estas transformaciones ocurren a dos velocidades distintas: una para los países en desarrollo y otra para las naciones desarrolladas y sus poblaciones.
De acuerdo con el Banco Mundial, en su Informe sobre el Desarrollo Mundial 2016, Internet las tecnologías conexas han llegado a los países en desarrollo con mucha mayor rapidez que otras innovaciones tecnológicas anteriores. Por ejemplo, los barcos de vapor llegaron a Indonesia 160 años después de su invención, pero las computadoras tardaron sólo 15 años en llegar a Vietnam.
El informe revela datos tan importantes como que en los países en desarrollo hay más hogares con un teléfono móvil que con acceso a electricidad o saneamiento. Sin embargo, sólo el 31 por ciento de la población en los países en desarrollo tenía acceso a Internet en 2014 frente al 80 por ciento en los países con altos ingresos.
El documento también revela el nivel de actividad que ocurre dentro del mundo de Internet, en donde millones de cosas pasan y cantidades colosales de información se mueve diariamente.
El Banco Mundial ubica con precisión a los protagonistas en el mundo cibernético, aquellos sitios que lideran la efervescencia y la intensidad de la vida en línea. Por ejemplo, a través del correo electrónico son enviados 207 mil millones de mensajes diarios, y en YouTube son vistos 8 mil 800 millones de videos cada día. Dentro del motor de Google se realizan 4 mil 200 millones de búsquedas, y se realizan 152 millones de llamadas por Skype.
Pero aún así, la vida de la mayor parte de la población mundial permanece inalterada por la revolución digital. Sólo el 15 por ciento de la población mundial puede costear el acceso a Internet de banda ancha, y cuatro quintas partes de los seres humanos del mundo se conectan por medio de la telefonía móvil.
Las brechas en el acceso a las nuevas tecnologías tienen una incidencia directa en la rapidez con la que los pueblos alcanzan mejores condiciones de vida, ya que se trata de herramientas que reducen los costos de la información y crean riqueza, porque contribuyen a una mayor organización y colaboración entre agentes económicos y mejoran la manera en que operan las empresas, permitiendo así una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral, o facilitando la inclusión de las personas con discapacidad. No es lo mismo nacer ciego en México, que en Holanda, ni es lo mismo nacer mujer en Etiopía que en Estados Unidos.
Esta realidad mundial de brechas y desigualdades tiene también eco a nivel país. En México, según el estudio, 70 millones de personas no cuentan con acceso a internet, una cantidad equivalente al 58 por ciento de la población de nuestro país, que, de acuerdo con el INEGI, es de 119.5 millones de personas.
Ante este panorama es sólo pertinente que los mercadólogos, publicistas y comunicólogos reflexionen sobre el adecuado equilibrio que deben guardar sus estrategias. Mientras estas brechas continúen sin cerrarse, las bondades del mundo digital seguirán teniendo impacto en sólo una pequeña parte de la gente.