“A la empresa no venimos a hacer amigos”, es una de las frases y respuestas más recurrentes por los empleados cuando se les cuestiona sobre porqué no pueden integrarse favorablemente con el equipo laboral; por lo que relacionarse de ninguna manera significa que tengan que surgir relaciones entrañables con los compañeros de trabajo, y es justo aquí cuando se puede entrar en una confusión, porque no sabemos diferenciar el significado de amistad y compañerismo.
Por supuesto que una relación de amistad en el trabajo no surgirá de la noche a la mañana, llevará un tiempo razonable y una afinidad con la otra parte para que se pueda dar, sin que esta relación deba intervenir en las cuestiones laborales, porque significaría que no saben diferenciar la parte profesional de la parte personal.
Es prácticamente imposible no tener amigos dentro de una organización, por el simple hecho de pasar 8 horas o más en un mismo lugar durante poco más de 240 días al año y si a eso le sumamos los años que tenemos dentro de la organización, resultaría casi incomprensible que no diera lugar a relaciones interpersonales con los compañeros de trabajo.
Sin embargo, no quisiera concentrarme en diferenciar los términos de amistad y compañerismo dentro de una empresa, debido a que no es la parte central de este artículo, porque pudiera entrar en un subjetivismo absurdo y mejor prefiero enfocarme en lo complicado que puede ser cuando un amigo se va de la compañía, porque simple y sencillamente es muy difícil dar palabras de aliento y de agradecimiento sin que el sentimentalismo aflore.
Tomar la decisión de dejar una empresa no es cosa sencilla, se necesita mucho valor y sobre todo correr un enorme riesgo, porque lo que está enfrente resultará una incógnita, hasta que poco a poco se empieza a tomar ritmo, confianza y adaptación al nuevo entorno, pero sobre todo a dejar atrás lo anterior, a dejar en el recuerdo a los compañeros de trabajo, el ambiente laboral y a extrañar a los grandes amigos que se pudieron hacer durante nuestro recorrido por esa organización.
Sí que debe doler dejar a los amigos, porque con ellos se convive dentro y fuera del trabajo; a ellos se les cuentan grandes secretos, sirven de apoyo en los momentos complicados, se les trata de imitar las cosas buenas, a entenderlos en su manera de ser incluso en su manera de pensar, a escucharlos cuando necesitan de alguien que los entienda y les tienda una mano, a estar presente en los momentos de felicidad, pero también estar ahí en los momentos complicados, que es donde realmente se distingue a un amigo de un compañero de trabajo.
Las despedidas nunca son buenas y menos tratándose de personas cuya calidad humana, sencillez y humildad están fuera de toda discusión, por lo que no habrá palabras que puedan amainar el dolor que siente alguien al dejar una empresa después de algunos años de trayectoria, porque me imagino que con una estancia breve, no se echan raíces y por lo tanto no existirá ese amor a la camiseta ni por las personas que se están dejando.
Despedirse de los amigos del trabajo no es tarea sencilla, porque el hueco que deja el amigo que se va, será prácticamente imposible de cubrir, porque no hay dos personas iguales en el mundo y por lo tanto hay que hacer de tripas corazón para pasar el trago amargo.
Lo que si podemos hacer con el amigo que se va, es agradecerle todo lo bueno que está dejando, ya que solo se recuerdan a los seres que dejan huella en esta vida, los que hacen las cosas bien, los que hacen lo correcto, los que son justos, los que dan todo sin pedir nada a cambio; estos son los seres que prevalecerán y recibirán como recompensa el reconocimiento y éxito en cualquier lugar a donde vayan.
Por lo tanto al amigo que se va, hay que decirle hasta luego, que le vaya muy bien y que sea muy exitoso en sus nuevas actividades, porque si la relación es fuerte, seguramente perdurará por mucho tiempo, aun cuando ya no esté lo cerca que quisiéramos.