La revista Rolling Stone se define a sí misma como una publicación dedicada a la música y a la cultura popular. Este es uno de los factores por los que el mundo se sorprendió cuando supo que la primera entrevista a Joaquín “El Chapo” Guzmán fuera de un interrogatorio la haya hecho Rolling Stone. Y para mayor INRI, de algunos, no la hizo un periodista, la hizo un actor: Sean Penn.
Sean Penn platicó con “El Chapo” antes de su recaptura en exclusiva para @RollingStone https://t.co/DU4ticiR33 pic.twitter.com/s4Ql1leZdU
— Rolling Stone México (@RollingStoneMX) enero 11, 2016
Tras su publicación, el pasado sábado 9 de enero -un día después de la recaptura del capo por parte de las autoridades mexicanas – comenzaron a llover las valoraciones y críticas al texto de Penn por parte de periodistas, especialistas y representantes de medios de comunicación en un cúmulo de veredictos inclinados a hacer trizas tanto a la revista como al autor.
¿Entrevistar a un criminal?
El primer aspecto que ha generado cuestionamientos tiene que ver con la forma. El sujeto no es un criminal cualquiera, sino el más buscado del mundo, y al momento de realizar la entrevista, se encontraba prófugo de la justicia tras haber escapado de un penal de máxima seguridad, razón por la cual tanto Penn como la facilitadora de la entrevista, Kate del Castillo, han sido llamados a declarar por las autoridades mexicanas.
Sin embargo, aunque este hecho puede ser duramente criticado, entrevistar a criminales no está penado por la ley mientras sea demostrable que los periodistas, al hacerlo, no han colaborado con los delincuentes. En este caso, las propias autoridades han señalado que la entrevista de Penn en todo caso facilitó la captura de Guzmán, por lo que no debería haber mayores problemas para el actor.
Cabe recordar que el hoy fallecido Julio Scherer, fundador del Semanario Proceso, entrevistó a Ismael “El Mayo” Zambada en abril de 2010 y enfrentó críticas similares. “Si el diablo me ofrece una entrevista, voy a los infiernos”, señaló en aquél entonces el periodista.
¿Periodismo o propaganda?
Otra de las críticas tiene que ver con el primer párrafo del texto, en el que se aclara que Guzmán dio su visto bueno al artículo antes de ser publicado. “Algunos nombres han sido cambiados, no se nombra a algunas locaciones, y se llegó al acuerdo con el entrevistado de que esta pieza se le entregaría para su aprobación antes de ser publicada. El entrevistado no pidió cambio alguno”. Esta revelación según escribió Andrew Seaman, presidente del Comité de Ética de la Sociedad de Periodistas Profesionales equivalió a ceder a la fuente el control sobre el contenido de la historia, un error “inexcusable” que “desacredita toda la historia”.
Para Seaman, la revista se aventuró a poner en riesgo la reputación de un sinnúmero de personas bajo la responsabilidad de un sólo individuo y “permitió a un presunto asesino y capo de la droga tener control sobre el artículo”, ya que esta concesión propicia que la historia se escriba con una luz más favorable al entrevistado y que omita ciertos hechos poco halagadores en su esfuerzo por no ser rechazado.
Fuerte carga de trivialidad
Por otra parte, la agencia estadounidense Associated Press (AP) comenzó por señalar que si bien el artículo fue una gran exclusiva, Rolling Stone podría arrepentirse de haberla publicado. Calificó al texto como un “largo y en ocasiones enmarañado ensayo, que recibió amplias burlas en las redes sociales” y plantea que Penn trivializó el pasado criminal de El Chapo al hacerle preguntas como “¿Tiene algún sueño?” o “Si pudiera cambiar al mundo, ¿lo haría?”.
Además, la AP recordó el antecedente que la revista Rolling Stone tuvo que desdecirse hace unos meses de un reportaje que contaba un episodio de violación en grupo en la Universidad de Virgina, debido a que no contaba con la suficiente documentación sobre los hechos, lo cual mina la credibilidad de la publicación.
Estilo y prosa
En cuestiones de estilo, Penn fue duramente criticado por haber incluido en su relato detalles como este: “En ese momento expulsé una pequeña flatulencia de viajero (perdón), y con ella, experimenté la misma cortesía que le ofreció a Kate cuando la acompañó a la cama, ya que fingió no notarla”.
En otro momento, Penn habla de su miedo a que la gente de Guzmán le corte los genitales, un pensamiento peregrino que le llega mientras se orilla para aliviar sus necesidades.
Para muchos, este no es más que otro síntoma de que el texto está excesivamente cargado hacia la perspectiva del propio narrador, en lugar del entrevista. Los señalamientos llegaron tanto por parte de periodistas como de personajes de la vida pública. El senador y precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos calificó a la entrevista de “grotesca”.
¿Desprecio por el periodismo?
Esta no es la primera vez que el actor y director se embarca en labores periodísticas consiguiendo entrevistas exclusivas. En el pasado entrevistó al entonces presidente venezolano Hugo Chávez, y ha publicado relatos desde zonas de guerra como Irak o Irán. Penn es también un activista, co-fundador de una organización para la recuperación de la población haitiana tras el devastador terremoto de 2010 que dejó en condiciones críticas al país.
Este punto es recogido por el New York Times, que señala que un día después de publicarse el artículo, Penn se encontraba en un evento de recaudación de fondos para su organización en Beverly Hills, acompañado de celebridades como Leonardo DiCaprio, Justin Bieber o Patricia Arquette.
El rotativo recoge la crítica que en su momento hizo el periodista George Packer de The New Yorker, tras la publicación de su entrevista con Hugo Chávez, que también recibió críticas por trivializar el hecho periodístico, y que revelan “un cierto desprecio por el periodismo, que resulta ser algo bastante difícil de hacer bien (…) Espero algún día verlo interpretar a un corresponsal extranjero. Es tan buen actor que estoy seguro de que hará un papel más convincente en a pantalla que en sus esfuerzos periodísticos actuales”.
En este sentido, otros señalaron que la acomodada posición de Penn -quien además señaló no recibir ningún tipo de remuneración por el artículo – no tiene nada que ver con el quehacer de miles de periodistas mexicanos que, además de ganarse la vida con este oficio, lo realizan bajo el yugo de la censura o lidiando con amenazas de muerte.
Y es que de acuerdo con el informe anual de Reporteros Sin Fronteras, México es el país más peligroso de América Latina para los periodistas, y octavo en el mundo, con ocho profesionales asesinados durante 2015. De acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, desde el año 2010 la cifra de periodistas asesinados en nuestro país asciende a 55.
