Por Camila González
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@GFCam

Esta época de teclados, likes, perfiles, videos, matchs y palomitas de recibido replantea por completo hasta el más mínimo detalle de nuestras formas de ser, vivir, relacionarnos, enamorarnos y hasta de sufrir. El whatsapp controla nuestras relaciones y aparecen nuevos códigos con los que hay que aprender a lidiar.

Me refiero al “ghosting”, esa nueva forma de enfriar y hasta dar por terminadas relaciones a partir del absoluto silencio digital, en whatsapp, Tinder, Grinder, etc. Está claro que los silencios y los finales han existido desde que existe la humanidad, pero esta nueva manera de comunicar el desinterés a través del mutismo es realmente interesante de analizar. Las nuevas tecnologías han hecho que sea cada vez más fácil no volver a aparecer, es decir, no responder o hasta bloquear el contacto de alguien.

Y eso, de cierta forma, despersonaliza las relaciones: la otra persona se convierte en otro teclado y ya sin rostro, emociones y piel, resulta sin duda más fácil tirarla al bote de la basura. Ese silencio repentino, digamos más bien cobarde silencio repentino, puede generar mucho dolor. Pero en esta era de mensajes y contactos, qué más da el dolor si no se ve…

El ghosting (hacerse el fantasma), elegido como uno de los vocablos del año en 2015 por el diccionario británico Collins, cada vez se practica más. Hasta el punto que sus consecuencias en la autoestima de todos nosotros están siendo estudiadas por los psicólogos, que se preguntan ¿cómo hacerle frente a ese silencio y a ese rechazo y a esa incapacidad de poner la cara y explicar? Además, el ghosting habla mucho de quien lo practica, de sus miedos y su evasión a la confrontación.

YouGov hizo en 2014 una encuesta al respecto en Estados Unidos, la cual reveló que 11 y 13% han hecho ghosting o han sido víctimas del mismo. También la revista Elle encuestó a sus lectores sobre el asunto: 26% de las mujeres y 33% de los hombres lo han hecho o lo han padecido.

Eso de ocultarnos detrás de una pantalla y mostrarnos a través de fotos y frases está bien cómodo, pero sin duda nos “objetiviza” frente al otro. Y yo diría que frente a nosotros mismos también. Hace que sea fácil y práctico deshacernos del que ya no nos interesa y olvidar que es una persona como nosotros.

La era digital, entre otras miles de cosas, nos está enseñando a tratarnos con la entera posibilidad de ignorarnos y cancelarnos, sin más, unos a otros. Y así, como burros, entramos todos en el juego, no nos detenemos a reflexionar y nos lastimamos. Horror.