El año pasado en México invertimos 1,000 millones de dólares en publicidad digital, según eMarketer, empresa de investigación de mercado, cifra que al respecto, nos ha posicionado como el mercado más prometedor en América Latina. Aunque pareciera que el negocio de este tipo de publicidad se encuentra en pleno auge (a nivel mundial alcanzó los 137 mil millones de dólares anuales en 2014, según la misma firma) algunos expertos vaticinan que de seguir por este camino, podríamos ser testigos de su muerte en pocos años.
Desde su invención, los medios tradicionales tuvieron a la publicidad como su principal forma de subsistencia y hasta la fecha este esquema ha logrado sobrevivir, a pesar de que los medios digitales han venido a arrebatarles una buena parte del pastel que significa la multimillonaria inversión publicitaria que hacen las marcas.
En los tiempos en los que un aparato de televisión no sólo tenía un lugar importantísimo en los núcleos familiares, sino que como medio ostentaba un poder increíblemente sólido en la sociedad, nadie perdía tiempo en pensar que los anuncios publicitarios podrían desaparecer algún día ni remotamente lejano, gustara o no a los televidentes la forma en que se les presentaba a las marcas.
Hoy, como en muchos otros rubros, el nacimiento de la red de redes obligó a crear esquemas publicitarios distintos a los que el mundo de la publicidad y los receptores estábamos acostumbrados; estamos siendo testigos de una migración paulatina de medios tradicionales a digitales, pues según Forbes, un cuarto de la inversión publicitaria global es destinado a lo digital, lo que significa nuevos retos para atraer la atención y la simpatía de la audiencia para traducirlos en posicionamiento y ventas.
Como en otros ámbitos, internet llegó para dar una sacudida a los modelos de negocios tradicionales para satisfacer a un público más empoderado que nunca. Por esto mismo, algunos especialistas en medios digitales opinan que de seguir por el camino que va, la publicidad digital podría extinguirse dentro de pocos años.
¿La razón? Una buena cantidad de anunciantes codiciosos y voraces que enfocan sus esfuerzos en obtener resultados cuantitativos, sin saber (o a sabiendas pero ignorando deliberadamente) que el consumidor no es el mismo sujeto pasivo que antes, pues hoy tiene el poder de cerrar, bloquear, ignorar o denunciar la publicidad que simplemente no le agrada.
Aunque tampoco podemos decir que todos los que se dedican a diseñar la publicidad digital lo hacen de una forma codiciosa, sí tenemos que aceptar que muchos de ellos desaprovechan la oportunidad de construir un verdadero diálogo entre el anunciante y su público, trayendo como consecuencia que éste último no logre empatizar con el que pretende venderle algo, sino ganándose su repudio o en el peor de los casos, ignorando al que se anuncia.
La publicidad digital sin calidad, irrelevante, invasiva, molesta y carente de una adecuada estrategia desalienta a los clientes potenciales a hacer click e interesarse por la oferta que, si bien por parte de la empresa contratante puede ser genuina, las prácticas negativas hacen que ésta termine mal posicionada.
Por todo esto, los expertos en publicidad en medios digitales advierten que una buena proyección de imagen en la era digital no necesariamente va de la mano con resultados cuantitativos. Concuerdan que es necesario privilegiar la calidad sobre la cantidad y evitar sobre todas las cosas ofrecer una imagen egoísta, voraz y oportunista en la publicidad digital que se contrate, pues para nadie es un secreto que lo que la forma en que una marca se anuncia dice mucho de la calidad de su producto o servicio.
Por esto, la recomendación para cualquier empresa que paute publicidad en medios digitales, independientemente de su tamaño y presupuesto, es que no sólo se persiga un posicionamiento efectivo, sino que se ofrezca un verdadero mensaje de calidad, siempre pensando en el respeto hacia sus potenciales consumidores, de tal forma que a la larga la inversión será aún más efectiva.