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Guillermo Pous

A despiojar los contratos

Después de haber estado en el escrutinio público del medio futbolístico por la polémica manera de haber logrado llegar a la final de la Copa de Oro tras dejar fuera a Panamá, la selección nacional, para variar, se mantuvo en el ojo del huracán por temas extra cancha en las que estuvo involucrado su entrenador, Miguel Ernesto Herrera Aguirre, mejor conocido como el Piojo.

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Twitter: @guillermopous

Después de haber estado en el escrutinio público del medio futbolístico por la polémica manera de haber logrado llegar a la final de la Copa de Oro tras dejar fuera a Panamá, la selección nacional, para variar, se mantuvo en el ojo del huracán por temas extra cancha en las que estuvo involucrado su entrenador, Miguel Ernesto Herrera Aguirre, mejor conocido como el Piojo.

No solo tuvo la osadía de armar un numerito de los que comúnmente se le conocen, sino se atrevió a hacerlo en el extranjero, en donde nuestra imagen como mexicanos ha, lamentablemente, dado en exceso de qué hablar.

El señor Herrera quien representaba a nuestro país, con esos dos dedos de frente no solo arremetió contra su reputación que ya es mucho decir y de poco esperar, sino también en contra de su cartera y no me refiero a la nómina de la que era parte en la Federación Mexicana de Futbol, sino como parte de una serie de contratos publicitarios en los que participó exclusivamente por encabezar el puesto que tuvo y no precisamente por su porte.

-Esos- contratos que en la industria publicitaria se les conoce pomposamente como -de celebridades- por la persona que se encuentra involucrada, -esos- contratos de sangre azul con requerimientos desproporcionados, exigencias desmedidas y montos excesivamente elevados como si vinieran de la realeza.

Pues bien, cada una de las marcas cuando llevan a cabo la contratación de esta clase de personas, en ocasiones tienen a bien establecer para su protección ciertas obligaciones a cargo del contratado como lo pueden ser condiciones de comportamiento cotidiano, actuar en público o comentarios, preferencias y recomendaciones a realizar, entre otros, que en la medida de lo posible deben o se deberían cumplir a manera de convertirse, incluso, en un embajador de marca y no solamente en un intérprete para producciones publicitarias, es decir, un actor más en el roster de una agencia de “talentos”.

Entendiendo lo anterior, ¿qué debe suceder con los contratos que se encuentren vigentes y de los que forma parte el señor Herrera pero ahora destituido del puesto que ocupaba y por lo que fue contratado? Los contratos no tendrían que cesar su vigencia, sin embargo, ¿podrá proyectar un mensaje positivo tan ilustre ex-entrenador nacional que mercadológicamente convenga a cada uno de sus aún anunciantes? Aquí se abren dos panoramas; 1, los contratos que pudo haber firmado de manera directa Herrera, o bien, 2, los que firmó la Federación Mexicana de Futbol en representación del mismo señor y por el cual se obligaban a que este tercero cumpliera.

En el primero de los casos, de existir penalizaciones por el posible mal actuar personal que llegare a suceder, el anunciante tendría la alternativa de demandar la rescisión del contrato sin responsabilidad alguna de su parte, además de requerir a Herrera el pago de los daños y perjuicios ocasionados que, en primera instancia, podrían ser por lo menos la cantidad erogada en la producción, en los cuales se encuentran la lista de gastos generados en y por la agencia de publicidad, la casa productora y la agencia de medios, así como las regalías de Herrera por los periodos de explotación de su participación. En el segundo de los casos, si el contrato no fue firmado por este personaje y fue la Federación, sería esta quien tendría que responder ante el anunciante y, a su vez, repetir cualquier acción en contra del señor Herrera para la reparación de los daños y perjuicios ocasionados. Independientemente de ello, existe la alternativa de demandar por una negativa vinculación de imagen con cada una de las marcas de que se trate, lo cual requeriría encontrarse tasado en una cantidad fija y determinada, o bien, de ser un proceso judicial, permitir al juez que resuelva el valor de tal menoscabo.

Con este panorama, no queda de otra que examinar los contratos, quitarles los piojos que puedan tener y a buscar una nueva imagen de marca con miras al 2018 que, seguramente en el camino habrá más de una que probar por lo que hay tiempo para pulir los nuevos documentos a firmar para esas fechas.

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