Hubo una vez en que el mundo inteligente dependía de los símbolos para navegar el reino de los mensajes crípticos; se creía en la magia del gráfico y su intrínseco valor comunicativo. El símbolo, en cualquiera de sus formas, plenamente representaba al subterfugio sistema de comunicación surgido de las cofradías, las religiones, los cultos y las hermandades. El símbolo era el fiel representante del dios, del líder y/o de la dinastía en el poder.”Abrumaba”
Hubo una vez en que el slogan -o grito de guerra- llamaba la atención complementando al símbolo y acentuando el mensaje de un producto, compañía, club deportivo, institución y religión. Los gobiernos fascistas europeos habrían utilizado, antes de la mitad del siglo XX, símbolos para sintetizar la longitud de sus mensajes escritos haciéndolos, por medio de la concreción gráfica, accesibles a colocarse sobre cualquier superficie, material, uniforme y documento. Habrían a su vez proyectado slogans racistas de gran efectividad a fin de ser consumidos por una población ávida en comprar causas.
El símbolo, a diferencia del slogan escrito, no requería de una población letrada ya que éste contenía (en su gráfica) todas las imágenes necesarias para repercutir una idea hasta el cansancio creando amigos y enemigos, facciones y aliados, buenos y malos.
La svástica emitía terror para unos y sensación de orgullo para otros. Ésta y los símbolos de la muerte de la policías “SS”, proyectaban todo lo que debían proyectar.
Las letras empezaron como símbolos en los escritos cuneiformes de pétreos glifos para convertirse, a la postre, en completos alfabetos y éstos en frases que dieran -eventualmente- luz al nacimiento del slogan. Los seguidores de Constantino acuñaron el símbolo de la cruz para difundir una idea que habría de prender hasta nuestros días desarrollando, a su vez, coincidentes slogan para reforzar los mismos preceptos que hoy repiten millones. Los musulmanes, con la estrella y la media luna como símbolo, son ampliamente reconocidos en los cuatro rincones de la tierra y su menaje ampliamente entendido… se hable o no el árabe.
Los slogan de la paleo-cristanidad nos acompañan hasta la fecha recreados y repetidos por los ministros de los cultos católicos y cristianos como parte del dogma. En conclusión, los símbolos y slogan de la antigüedad guardaban una intrínseca relación entre materia física, esencia del ser y simbología lingüística y gráfica. Tenían (gracias a Dios) una estrecha y simbiótica cooperación entre los diferentes mensajes. Hoy los símbolos y los slogan adjuntos menguan en un mundo de mensajes vacíos y procaces, tanto en lo social como en lo comercial e institucional. Se repiten hasta el cansancio en la esperanza de que, bajo la replica y la multiplicidad, se conviertan milagrosamente en mensajes pensantes y con profundo sentido.
En los días que vivimos, por desgracia y bajo el “poder” de las agencias mediáticas al servicio de la mediocridad política partidista, el sistema fabrica los más entupidos y desabridos pseudo-símbolos acompañados de bobaliconas frases de nulo sentido disfrazadas de slogan. Rostros sonrientes de personajes desconocidos impresos por encima de slogan medianeros carentes de sentido, oferta y veracidad tapizan (sin nuestro permiso) las amadas calles, plazas y avenidas de nuestras ciudades avergonzándonos ante nosotros y ante el mundo. Hay una perversa relación directa que nos dice: “a más carteles de un candidato por metro cuadrado en un muro, mayor es su ausencia de oferta clara y calidad de mensaje”.