Es importante hablar en el trabajo, aunque ello signifique no estar siempre de acuerdo con tus compañeros o supervisores. Poner sobre la mesa los desacuerdos contribuye a que estos se resuelvan y a lograr un equipo alineado, que se mueva en la misma dirección.
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Pero ¿cómo se le planta cara a un jefe o a un compañero dominante? Las personalidades son diferentes y siempre habrá variaciones sobre como enfocar este tipo de discusiones, sin embargo hay puntos en común que puede ser tomados en cuenta para que esta conversación sea efectiva.
Para lograr enterrar tensiones que puedan luego causar problemas mayores y para evitar que el no decir lo necesario en el momento necesario interrumpa el logro de otros objetivos estratégicos de mayor importancia, la CEO de Ruder Finn, Kathy Bloomgarden, ofrece tres prácticas claves.
1.) Presente los hechos. Comience la conversación con una visión analítica de cómo ha llegado a su conclusión y porque su perspectiva es diferente. Manténgase claro y preciso y evite relacionar sus puntos con razones emocionales o de opinión no fundamentada.
2.) Analice las opciones. Realice una lista de los riesgos y beneficios de ambas posiciones, las de su jefe/compañero y las suyas. No deje espacio para sorpresas durante la conversación.
3.) Ofrezca lo que realmente puede cumplir. Sea transparente sobre lo que ustedes puede hacer, el lapso a cumplir y los recursos que necesitaría. Es importante ser específico y claro.
Lo más peligroso de los elementos de desacuerdo con un supervisor son las conversaciones cargadas emocionalmente, la falta de claridad sobre porque usted está en desacuerdo y la confusión sobre las posibilidades que existen de solución. No caiga en la trampa y sus posibilidades de tener una conversación productiva será grandemente recompensada.