Por Alfredo Cervera
Mientras otros mercados experimentan la ausencia de respuesta, en México se proponen nuevos caminos para conocer con precisión a las audiencias.
Tras la cortina de Apollo, un proyecto de 45 millones de dólares iniciado durante 2005 en Estados Unidos por Nielsen y Arbitron, se escondía la posibilidad de revelar de una vez por todas la relación entre la publicidad y cómo ésta cambia los hábitos de compra del consumidor.
Contra las expectativas de muchos, en febrero de este año se anunció la mala nueva: se suspendía la ambiciosa travesía por falta de recursos. Mientras tanto, en México las condiciones durante 2007 fueron propicias para una ebullición de innovaciones en el campo de la investigación de mercados (IM).
Con nuevas herramientas en su haber, las agencias del rubro cincelan las múltiples aristas que mostrarán a las empresas la forma en que incrementarán sus ventas. Desde encefalogramas y etnografías hasta la creación de talleres de juego, todos apuntan a la vanguardia en aras de mejorar la calidad de la oferta.