¿Pintaban las letras a mano? Así tal cual se lo van a preguntar más adelante, seguro, cuando encuentren documentos, cartas y formularios de nosotros los viejos antepasados. Sí, porque la verdad es que la escritura manuscrita está en vía de extinción y me imagino que incluso muchos textos escritos a mano van a necesitar que los lean y analicen especialistas… Una nueva profesión sale a la luz, ya ven: lectores y traductores de manuscritos.

Los teclados y las pantallas táctiles están enterrando los cuadernos, y con ellos, miles y miles de planas que todos hicimos para aprender caligrafía. ¡Qué triste! Y no crean que se trata sólo de mi cursi nostalgia picapiedra “adelantada”, los científicos tienen argumentos por los que al perder la escritura a mano, se van a perder otra serie de habilidades y procesos que eran clave.
Psicopedagogos y neurólogos hablan de los riesgos de esta transformación. Una de las cosas que va a salir perjudicada, sin duda, es la ortografía. Si se compara escribir a mano con hacer en un teclado, pues la primera también beneficia la fluidez a la hora de redactar, y además, motiva una mejor capacidad de lectura y mayor memoria.
Las investigaciones con neuroimagen, por ejemplo, han demostrado que el cerebro se activa más al escribir que al teclear porque en el proceso se involucran las áreas visuales y motoras del cerebro, porque cuando tecleamos simplemente representamos en el cerebro un mapa del teclado, eso dice un estudio de la Universidad de Indiana que fue publicado en Frontiers in Psychology. Tal cual, aprender caligrafía supone más esfuerzo y desafío para la mente porque las letras que uno escribe no son siempre iguales como las del teclado.

Y bien, además la huella motora que queda en el cerebro al escribir a mano ayuda al cerebro a reconocer letras y palabras luego, sí, también significa un gran beneficio para la comprensión de lectura, como lo revelaron las conclusiones de la neurocientífica Karin James de la Universidad de Bloomington, Estados Unidos. Así las cosas, hacer manuscritos reta al cerebro y lo activa, por eso no deberían que tener tanta prisa los sistemas educativos para incorporar los teclados, digo yo.

Y bueno, no quiero seguir argumentando con más estudios y ciencia el por qué no deberían morir la pluma y el papel. Vale que también salve el rol de la escritura a mano con otras razones que además son valederas para el alma. Cuando uno escribe a mano deja una parte de uno en la tinta, tiene que ver con entrega e identidad, con las particularidades de cada cual. Lo escrito a puño y letra señala postura, afecto quizás en otros casos, es una huella de haber estado allí pensando frente a ese cuaderno abierto.

Con Arial 12 o 14, o una Calibri más retocada, o quizás una Verdana, o hasta una romántica Lucida Handwriting vamos a dejar información, cierto, pero sin rostro. Sí, me preocupa que cada vez más el paso certero y sin marcha atrás de la tecnología nos estandarice, ¡me niego! ¡Que haya tantos puntos encima de la i como personas en el mundo!