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Carlos Vargas

Gobernados por las sombras: Shakespeare, populismo y la tragedia democrática

La advertencia de Shakespeare contra el populismo y la ceguera democrática.

“El verdadero acto revolucionario de nuestro tiempo no es aplaudir a los líderes estridentes, sino recuperar el sentido común y la conciencia cívica.”

¡Alerta! Impidamos que los “Locos” guíen a los “Ciegos”.

Al citar a William Shakespeare, con la locución de su personaje, el Conde de Gloucester: “Es calamidad de estos tiempos que los locos guíen a los ciegos”, se refiere a una situación de caos y desorden, en la que personas con falta de juicio o conocimiento (los “locos”) están guiando a aquellos que no pueden ver (los “ciegos”). La cita se encuentra en la obra de William Shakespeare, “Rey Lear”, Acto 4, Escena 1.

Por nuestra parte ampliamos que, hoy en día, esos locos son los políticos perversos, maquiavélicos, mentirosos y cáusticos, donde su razón y cordura han sido reemplazadas por la locura y la irracionalidad. 

La imagen de los locos populistas que comandan a los ciegos ciudadanos es particularmente impactante. Los locos populistas representan a cualquier gobernante, ya sea de izquierda, derecha o centro, radical o moderado, que ha perdido la razón, la cordura y la integridad, y que ahora ejerce el poder con desvergüenza.

Los ciegos ciudadanos representan aquella porción de la población fanática que está despistada y cuya ceguera les impide reconocer lo nefasto de sus gobernantes.

Esta frase puede ser vista como una crítica a la política y la sociedad, donde los líderes a menudo actúan irracionalmente, sin considerar las consecuencias. También puede interpretarse como una reflexión sobre la naturaleza humana, en la que la locura y la irracionalidad emergen en momentos de crisis y desorden.

La frase de Shakespeare es un recordatorio de que la razón y la cordura son fundamentales para la toma de decisiones. Es también un llamado a la reflexión y la crítica, para que reconozcamos la irracionalidad dominante y restablezcamos la sensatez.

En nuestro tiempo, esta frase es aplicable a muchos contextos, desde la política y la economía hasta la sociedad y la cultura. En un mundo donde la información y la desinformación se propagan rápidamente, es más importante que nunca tomar decisiones informadas. “Evitar que los ‘locos’ gobiernen a los ‘ciegos’ es un imperativo ético y ciudadano.”

Los nuevos bufones con corona.

En el teatro del poder del siglo XXI, los locos populistas no llegan disfrazados de tiranos, sino de salvadores. Como los reyes trágicos de Shakespeare, aparecen con una mezcla de ambición desbordada, verborrea encantadora y falsa cercanía al pueblo.

Prometen redención a través del conflicto, identidad mediante el resentimiento y justicia a través del castigo.

Como Ricardo III, manipulan la emoción colectiva para escalar al poder. Como Macbeth, se entregan al delirio del poder, dispuestos a sacrificarlo todo por conservarlo. Y como el propio Lear, se ciegan por la soberbia, creyendo que la lealtad se mide en aplausos y no en la verdad.

El resultado es una política sin freno y una ciudadanía sin brújula.

El papel de Shakespeare en la creación de la identidad humana.

Aquí hacemos un paréntesis para citar a Harold Bloom, crítico literario estadounidense, quien publicó la obra Shakespeare: La invención de lo humano (The Invention of the Human, 1998). En este libro, Bloom explora cómo la literatura ha sido fundamental en la creación de la identidad humana y de la conciencia individual.

Bloom argumenta que Shakespeare fue capaz de crear personajes universales y particulares, que influyeron decisivamente en la manera en que nos concebimos a nosotros mismos y nuestra relación con los demás.

Los ciegos que prefieren no ver.

En este drama político, los ciudadanos ciegos no son inocentes. Son quienes, por fanatismo, desinformación o cansancio, renuncian a cuestionar, comparar y exigir.

Confunden carisma con liderazgo, gritos con convicciones, y propaganda con verdad. Aplauden a quien mejor insulta al enemigo común, sin preguntarse si ese enemigo fue fabricado para entretenerlos.

La ceguera política no es solo falta de información, sino falta de voluntad crítica. A menudo es una ceguera elegida, una comodidad peligrosa que deja el timón de la democracia en manos de quien más ruido hace, no de quien mejor gobierna.

Los riesgos del populismo y la ceguera ciudadana en clave shakespeariana.

¿Cómo contener a los locos y despertar a los ciegos?

  1. Educación para la razón: Invertir en educación crítica, cívica y ética. No basta con formar técnicos; se necesitan ciudadanos lúcidos, capaces de resistir la manipulación y cuestionar las narrativas populistas.
  2. Fortalecimiento institucional: Blindar las instituciones democráticas para que no dependan del ego de un líder. Una justicia independiente, un periodismo libre y un congreso funcional son antídotos contra el despotismo.
  3. Fomentar el pensamiento individual: Promover que cada persona sea sujeto político, no masa. Que lea, dude, cuestione, verifique y dialogue. El populismo se combate con pluralidad crítica.
  4. Valorar a los líderes imperfectos pero honestos: Aceptar que no hay mesías en la política, solo servidores públicos que deben rendir cuentas. Es mejor un líder con errores que uno sin límites ni frenos.

Humanizar al “líder”, desmitificar al “mesías”.

Los populistas modernos son, en esencia, actores seductores que se creen el papel que representan. Pero no son dioses. Son seres humanos que cometen errores, que mienten, que proyectan sus vacíos sobre el pueblo.

Al no reconocer su condición humana, se les convierte en ídolos. Y al endiosarlos, se les permite abusar del poder, bajo la premisa de que “lo hacen por nosotros”.

“Este es el milenio de la peste, cuando los locos populistas gobiernan a los ciegos ciudadanos”. Es hora de desmitificarlos, de verlos como lo que son: simples mortales que deben ser controlados por instituciones, ciudadanos lúcidos y la verdad.

“El verdadero acto revolucionario de nuestro tiempo no es aplaudir a los líderes estridentes, sino recuperar el sentido común y la conciencia cívica.”

Porque, como advierte Shakespeare desde las sombras del escenario:
“La mayor tragedia no es la locura del rey, sino el silencio del pueblo que lo deja gobernar a ciegas.”

Epílogo: En memoria de Mario Vargas Llosa.

En memoria de Mario Vargas Llosa, fallecido el pasado 13 de abril de 2025, en Lima, Perú, evocamos una de sus frases del discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura 2010:

“Y porque un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños.”

Nota: Contenido elaborado con apoyo de ChatGPT, el texto fue examinado gramatical y ortográficamente con Language Tools, y verificado con GPTZero.

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