Hace unos meses hablábamos de cómo el marketing moderno sufre de ansiedad. Que si el cliente ya no aprueba nada sin insights, que si el algoritmo cambió de humor, que si el presupuesto se lo gastaron en una junta.
Pero lo de hoy… lo de hoy ya es tragicómico: hay marcas modificando campañas por culpa de los aranceles.
Así como lo lees: campañas enteras, abortadas o parchadas, porque el container con los productos no pudo cruzar la frontera o llegó dos semanas tarde.
Seguro ya les pasó con marcas como SHEIN, TEMU, o cualquier e-commerce que trae cosas desde “quién sabe dónde pero llegan baratas”.
Y el producto estrella de la campaña -ese que aparecía bailando en slow motion al ritmo de Rosalía- no está disponible.
Literalmente: no está.
Y tú aquí, tratando de explicar por qué el CTA dice “Comprar ahora” cuando en la tienda sale “agotado hasta nuevo aviso”, ¿Desde cuándo el SAT aparece en el brainstorm? (jajaja)
Los creativos de hoy ya no solo se preguntan si el spot debe durar 15 segundos o si va en vertical.
Ahora también se preguntan:
- “¿Pero sí está entrando el producto al país?”
- “¿Hay inventario en aduana o tenemos que cambiar el call to action?”
- “¿La marca ya revisó si lo que vende sigue siendo legal en esta economía?”
Sí, amigos: bienvenidos al marketing con arancel. (Gracias, amigo Trump, y a todos los que siguieron su ejemplo).
Los tratados internacionales ahora forman parte del brand book, el brief, el debrief… y hasta la minuta de la junta de los lunes. Hoy los creativos ya no solo deben saber de emociones, insights y trends de TikTok.
Ahora tienen que ser geopolíticos de medio tiempo, listos para leer el pulso del mundo y adaptarse a lo que sea como bloqueos comerciales, guerras, pandemias o una nueva ocurrencia del gobierno.
Antes, el planner tenía libros de psicología conductual: Jung, Maslow, Kahneman. Hoy tienen que leer el T-MEC, el periódico… y hasta el Baldor, porque ni modo que expliques los márgenes de importación sin saber dividir fracciones.
Porque si tu cliente o marca dependen de piezas que vienen de China, o si estás vendiendo aguacates que cruzan medio continente, más vale que tu campaña no hable de “entregas en 24 horas”… porque la Secretaría de Economía tiene otros planes.
Ya no es solo el cliente quien frustra una idea.
Ahora también lo hace Trump (jaja)… y hasta el tipo que revisa el contenedor en Lázaro Cárdenas, con cara de “esto no va a pasar hoy, joven”.
Y entonces, ¿qué podemos hacer? Pues lo que hacemos siempre: nos adaptamos.
Así como les he dicho (varias veces) que la IA no les va a quitar el trabajo -entre otras tantas paranoias-, esto también va de lo mismo. Se trata de evolucionar, aprender y ser el más inteligente en la mesa. Aunque esa mesa esté llena de briefs, tratados comerciales y facturas en yuanes.
Ahora no solo vendemos ideas bonitas.
Vendemos lo que se puede vender.
Lo que sí dejaron pasar.
En el país donde se puede vender.
Al precio que se puede vender.
Y con el empaque que sí pasó la revisión sanitaria, aduanal… y moral.
Y sí, aunque parece que les compuse el próximo one hit wonder con todo y rima, en realidad es solo eso: entender todas las variables del nuevo juego.
Eso sí: con una música pegajosa, visuales cool y un mensaje que haga llorar a la Gen Z. Porque si ya vamos a sufrir con aduana, al menos que la campaña nos quede bonita, ¿no?
PD: Si necesitas una campaña que no se atore en el filtro de Hacienda… ya sabes dónde encontrarme.
Gracias por leerme. Si quieres escribirme, mi correo es [email protected]