El reshoring es un pilar fundamental en la estrategia económica de Donald Trump desde su primera presidencia, ya que busca incentivar la reindustrialización de Estados Unidos y reducir la dependencia de la manufactura extranjera, especialmente de China. Para lograr este objetivo, Trump ha promovido medidas como recortes fiscales a empresas que regresen su producción al país, así como incentivos económicos para fortalecer la cadena de suministro nacional. Sin embargo, su estrategia también incluye la imposición de aranceles a productos importados con el fin de encarecerlos y hacer más atractiva la producción local.
Pero qué es el reshoring, el nearshoring y cómo entender estos conceptos en el marco de la imposición de aranceles a México, Canadá y China por parte del gobierno de Trump.
¿Qué es el offshoring y cómo marcó la economía de Estados Unidos?
Para entender el reshoring, conviene partir del fenómeno que lo antecede: el offshoring. Durante las décadas recientes, muchas empresas estadounidenses (y de otras partes del mundo) trasladaron sus plantas de producción a países con costos laborales más bajos. Este proceso es justamente el offshoring:
- Ofrecer salarios más competitivos: Países como China, Vietnam o la India se convirtieron en destinos atractivos por su mano de obra a menor costo.
- Aprovechar economías de escala: Las instalaciones productivas en Asia crecieron velozmente, y con ello aumentó la productividad.
Sin embargo, la cara oscura de este proceso fue la pérdida de empleos en la industria de manufactura en Estados Unidos. Según un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) publicado en 2014, la economía estadounidense perdió entre 2 y 2.4 millones de puestos de trabajo entre 1999 y 2011, en gran parte debido a la creciente llegada de importaciones chinas.
Con el paso del tiempo, el offshoring comenzó a perder atractivo. El encarecimiento de los salarios en China y la mayor dificultad para controlar la calidad y la logística a distancia llevaron a muchas empresas a repensar sus estrategias.
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¿Qué es el nearshoring y por qué se ha vuelto tan popular en los últimos años?
Ante el desgaste del offshoring, surgió la estrategia del nearshoring: trasladar la producción a países geográficamente cercanos, que compartan una zona horaria similar y con los que se tenga cierta cercanía cultural. Un ejemplo notorio es cuando las empresas de Estados Unidos establecen plantas en México o Canadá, aprovechando:
- Mano de obra calificada y a menor costo que en los Estados Unidos.
- Proximidad geográfica, lo que reduce costos de envío y plazos de entrega.
- Acuerdos comerciales que facilitan la libre circulación de mercancías (como el T-MEC, antes conocido como TLCAN).
Con la pandemia y la crisis de materias primas, cada vez más compañías buscan mayor certidumbre en sus cadenas de suministro, y el nearshoring ofrece un balance entre el costo de producción y la cercanía al mercado consumidor.
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¿Qué es el reshoring y qué tiene que ver con los aranceles de Donald Trump?
El reshoring (también llamado onshoring) consiste en devolver a su país de origen aquellas operaciones productivas que habían sido trasladadas al extranjero. El presidente Donald Trump se ha manifestado abiertamente a favor de esta estrategia, con la expectativa de que la imposición de aranceles sirva como incentivo para que las empresas regresen la manufactura a Estados Unidos.
Esta estrategia no solo busca reindustrializar a Estados Unidos, sino que, además, se enmarca en un escenario global de creciente proteccionismo y tensiones comerciales. Por ello, se distingue de la típica dinámica del nearshoring: mientras este último acerca la producción a mercados vecinos, el reshoring la lleva directamente de vuelta al país de origen.
La lógica de la política arancelaria de Trump es sencilla de explicar. Por un lado, se espera que los aranceles o impuestos a la importación sean un disuasivo suficiente para que las empresas estadounidenses prefieran producir en casa antes que comprar en el exterior. Por otro, buscan recabar fondos que, según Trump, servirían para financiar los recortes fiscales.
No obstante, varios analistas señalan que esta medida tendrá repercusiones negativas tanto para los socios comerciales de Estados Unidos como para el propio mercado interno. Tal y como advierte el informe de Boston Consulting Group (BCG):
“Un nuevo análisis de Boston Consulting Group estima que un arancel del 60% sobre los productos chinos, un arancel del 25% sobre Canadá y México, y un arancel del 20% sobre las importaciones de otros países podría sumar 640.000 millones de dólares al coste de las importaciones estadounidenses de sus principales socios comerciales, basándose en los niveles de importación estadounidenses de 2023”.
De aplicarse estos aranceles, la subida de precios no tardaría en sentirse en diversos sectores. Al encarecerse bienes tan cotidianos como la cerveza, el aguacate, el vidrio o las autopartes, la ciudadanía podría reaccionar con gran descontento.
Además, el reporte de BCG subraya que algunos productos se verían particularmente afectados si se impusiera un 60% de arancel a China: “Los productos electrónicos de consumo, la maquinaria eléctrica y los artículos de moda serían los más afectados por los aranceles más altos sobre los productos chinos. BCG estima que una tasa arancelaria del 60% añadiría 61,000 millones de dólares al coste de la importación de productos electrónicos de consumo de China a Estados Unidos”.
¿Por qué los aranceles pueden disparar la inflación en Estados Unidos?
Cuando se aplican aranceles a bienes importados, la consecuencia directa es que se encarecen.
Si las empresas no encuentran alternativas de suministro lo suficientemente baratas o cercanas (nearshoring) o deciden que el reshoring no es viable a corto plazo, el costo recae en el cliente final. Y la inflación, un problema que afecta directamente el poder adquisitivo, podría erosionar la popularidad de la administración que impone dichas medidas.
¿Qué repercusiones podría tener la estrategia de Trump en el comercio global?
En el informe “Great Powers, Geopolitics, and the Future of Trade”, publicado por Boston Consulting Group, se advierte sobre un panorama en el que el Sur Global (133 naciones en desarrollo que representan el 62% de la población mundial) está ganando poder. China, en particular, apunta a expandir su comercio con estas economías en 1.25 billones de dólares adicionales, mientras el intercambio entre los propios países del Sur Global podría crecer en otros 673,000 millones.
La imposición de aranceles por parte de Estados Unidos podría acelerar esta dinámica. Si las barreras comerciales se hacen muy elevadas en Norteamérica, China y otras economías del Sur Global podrían profundizar sus lazos comerciales entre sí, reconfigurando las rutas del comercio mundial. De hecho, el informe de BCG enfatiza que, sin un gran aumento generalizado de aranceles, el comercio global seguirá creciendo a un ritmo de 2.9% anual. Pero el reforzamiento de las políticas proteccionistas de Trump podría alterar esta proyección.
Por otra parte, grandes corporaciones estadounidenses—como General Motors o Toyota North America—han anunciado inversiones millonarias para reforzar la producción nacional o continental, sobre todo en tecnología de baterías, componentes de autos eléctricos y minerales raros. Estas apuestas muestran que el reshoring puede ser atractivo si las condiciones de producción y costo se vuelven favorables.